domingo, marzo 26, 2006

Corre vaca, corre


Desde que me ha dado por leer en francés me he dado cuenta de que prefiero la versión original. Y es que le he encontrado una nueva sensación a esto de leer en lengua vernácula. Claro que la versión traducida es mucho más fiel que la que le doy yo que, al fin y al cabo, me niego a recurrir al diccionario, salvo cuando es indispensable. Pero como a mi eso de la fidelidad me parece un poco carca (yo soy más del bando de los leales, que a mí eso de los fieles me suena a secta), pues me voy de picos pardos de interpretación en interpretación. Y así me ocurre que me imagino las situaciones según mi nivel de comprensión de los capítulos. ¡Y qué más me da lo que quiera decirme Houellebecq en La possibilité d´une îlle si luego voy a entender lo que me dé la gana, que es lo que me pasa con los textos en mi propia lengua! Y tal y como está ahora el panorama narrativo, me resulta mucho más divertido darle yo un repaso. Si los autores no logran soprenderme, al menos que me dejen divertirme un poquito y dar mi toque personal. Claro, que esta nueva faceta mía suena un poco a soberbia, a rebeldía, a inconformismo. Pues sí. Si soy una rebelde acomodada fuera de la literatura, ¿no lo seré un poco más en la ficción? Si no creo en lo que me dice ningún dios supremo, ¿por qué iba a creerme lo que me cuenta un autor? por muy franchute que sea, y bueno, porque bueno sí es, no lo voy a negar.
Pues tan rebelde que me muestro aquí desde esta posición privilegiada donde digo lo que me da la gana, y tan sumisa me presento en otras situaciones. Y es que para correr lo que estoy corriendo con Pez Gus hay que ser un poco sumisa, porque si me da el ataque rebelde no me muevo del sillón. Y es que correr con Pez Gus es todo un placer sensorial. En breve voy a conocer todos los parques de todas las ciudades de España (tendón mediante). La vez pasada corrí 15 minutos y durante una semana he parecido Mazinger Z caminando. Yo me justifico diciendo que soy ex-jumbera y que los años no pasan en balde, pero nadie me cree. Todos saben que los dedos son lo único ágil que hay en mi cuerpo. De muñeca para arriba chirrío. En fin, que es un deleite volar y correr con Pez Gus, que me regala pajaritas de papel, toca la armónica y me mata de la risa all day long.
Hace poco decía que mi poesía suscitaba menos interés que mi narrativa erótica. Me retracto. He conseguido que un comandante me escriba un epigrama. Claro, que le he dado motivos para ello: mi caminar robótico tras saberse que había corrido sólo 15 minutos, haber llamado al puerto de la Morcuera; Puerto de la Corcuera y haber dicho que me encanta amanecer en la terraza de pez Nemo para ver volar a los Berracos (vencejos). Después de tales gazapos, a ver quién se cree que escribo poemas. Lo más gracioso es que se piensan que lo digo de broma y la triste realidad es que son mis diablillos lingüísticos. Hay quien tiene otros demonios y a mí me ha tocado estos, los diablillos gazapo.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Guapa. Con lo maravillosa que eres, no sé como no se llena de comentarios tu blog. Muac, preciosa.