jueves, diciembre 29, 2005

Y nieva, nieva

LA VACA SIGUE CUBIERTA POR LA NIEVE

El caso es que siempre me había hecho ilusión pasar unas navidades con nieve, como en un cuento de Dickens; y ahora resulta que la nieve se ha convertido en mi habitat navideno. Parece como si estuviera dentro de una de esas bolas que cuando se agita hace nieve. Yo, a estas alturas tengo pinta de muneca de nieve, parezco la hermana gemela de Michelin envuelta en capas y capas de tejidos polares. Al primero que me eche un piropo le beso en los morros, porque tengo el sex-appeal algo subestimado.
Hoy me voy con Gaviota a ver una película cubana en versión original. Mientras, mamá-vaca y papá-toro se van a hacer trecking por la ciudad. A papá-toro le ha dado por las vacas, desde que se ha enterado de que su hija no es lo que creía anda por Berlín comprando souvenirs vacunos para su nueva hija vaca. A eso le llamo yo adaptarse a las nuevas circunstancias. Su última adquisición ha sido una vaca- hucha berlinesa que adquirió en un sex-shop. Entramos juntos a comprarla y se quedó extranado de que la vaca estuviera rodeada de penes y dildos. No quise decirle nada, me miró y dijo que los alemanes siempre le habían parecido algo excéntricos.
En Unten den Liden han puesto un futbolín gigante de jugadores-osos. El otro día echamos una partida moviendo las gigantescas ruedas que dan la vuelta a los jugadores. En unos minutos el estadio se llenó de mirones. Gaviota, papá-toro y yo contra unas chicas turcas que chillaban mucho. Nadie ganó pero nos lo pasamos de oso. Y como me quedé con las ganas de seguir jugando, por la noche fuimos con Pez Sueco y pez Catalán a jugar a un pub lleno de muebles de rastro y sillones en el toilette. Ganó la alianza Madrid-Barna a la mía, algo más exótica, Madrid- Suecia. Y es que a mí los suecos me desconcentran. Y así me va.
Y ahora os dejo, que Vila-Matas está impaciente por salir a la calle a tirarle unas bolas a los ninos en trineo y tenemos que llegar andando hasta Mitte, que ya tiene ganas de seguir hablándome de su juventud en París.

sábado, diciembre 24, 2005

Nieva sobre Berlín


LA VACA QUEDÓ CUBIERTA POR LA NIEVE

Las navidades en Berlín están resultando de lo más literarias. Y es que viajar a esta ciudad con Vila-Matas me hace sentir que lo metaliterario está aún más presente porque estar acompanada (lo siento aquí no hay enes con palitos) de Vila-Matas es estar acompanada de Musil, Pessoa, Proust, Derain, kaftka, Villoro y una gran lista de bien acompanantes en unas navidades en las que me siento casi plena (sólo faltáis vosotros).
El cielo sobre Berlín hace nevar ángeles por todas partes y Lola sigue corriendo y Berlín no se acaba nunca.
Mamá-vaca se encuentra a sus anchas haciendo amigos que no la entienden pero se ríen con ella. La mímica es su fuerte y la gran madre-vaca, que bien podría ser grandmutter, pese a que sus hijas no están para críos, hace alardes de sus dotes de regateo y consigue regatearle al mismísimo turco irreductible que le vende el espejo de Alicia a un precio irrisorio. Papá-toro pasa el día cargando las plantas exóticas que mamá-vaca va comprando, grunendo (con palito o garrota) por el bochorno que va a pasar cuando se las retengan en la aduana del aeropuerto. Pero todos sabemos que mamá-vaca siempre se sale con la suya y papá-toro se resignará a pasar vergüenza.
La casa de Gaviota es tan acogedora como siempre y aquí estoy yo, enferma yo también del Mal de Montano, atrapada en una balsa inflable sobre un suelo que parece Escandinavia, y navego y navego y llego más lejos que en avioneta a ese lugar donde el corazón tiene nombre de diario y me resuelvo en tan sólo unas líneas porque a mí los grandes pensamientos me revuelven y ecco me qua. Basta un instante para desaparecer lo molesto, basta un instante para que hoy, ya melancólica piense en qué estará leyendo pez Nemo, qué nueva aventura tendrá la Choupa con la paragüaya contestataria, con quién habrá quedado Hada Marina en sus numerosas comidas navidenas, qué estará escribiendo pez Fugu en la carta de Papá Nöel de pececillo Mica y en si Musa Marina habrá acabado por fin de acondicionar su casa mallorquina.
Y Vila-Matas conmigo y Gaviota que no para de llenar el acuario de la calle Paul Robeson de animalillos marinos para celebrar el fin de ano (con palito aunque suene pornográfico). Mientras, papá-toro mira preocupado la puerta que ha de servir de mesa en la última cena y se pregunta por cómo lo hará para descolgarla y después deja esa preocupación para manana, a lo Scarlett y se pone el video del homenaje a la Jurado, que le da mucha alegría y entiende lo que dice. Mientras, mamá-vaca se va de peregrinaje por los supermercados en busca de ingredientes para hacer su tradicional sopa de albóndigas. Es muy tierno cuando se equivoca y compra remolacha rallada con rábano picante en vez de caviar de salmón, una planta decorativa que resulta ser una planta desparasitadora de gatos y confunde la laca por desodorante y se le pone el pelo tieso y bien desodorado.
Y ahora os dejo, que me esperan los frikies del Burguer Café para inspirarme. Esta ciudad me hace pensar en que si Hemingway hubiera vivido en Berlín en vez de en París, París era una fiesta habría pasado a ser Berlín es una fiesta y Vila-Matas estaría de acuerdo en afirmar que París no se acaba nunca, pero Berlín no tiene final y es más sorprendente. Al menos para una vaca-poeta que viene de un pueblo del sur de Europa llamado Madrid.

sábado, diciembre 17, 2005

Feliz navidad


Por fin me han dado de alta y me hace ilusión desbaratar la palabreja y pensar que por un momento me las puedo dar de alta (estatura) y con un certificado médico que lo avala. Claro que como soy una vaca que sueña y después se despierta, me paseo por la casa sin ningún punto de referencia que indique lo contrario y así salgo a la calle, dándomelas de alta y después me encuentro con que la única altura que me espera detrás de la puerta de la calle es la de los aviones, que ya es altura. Y como no me conformo, sigo pensando en la alturas y me autoconvenzo de que no hay mayor altura que la de las ideas. Y de ideas ando bien servida pero como es navidad y he decidido no hacer poemas sino vivirlos, pues ando sobrevolando las calles de Madrid con gallardía, porque a estas alturas en esta ciudad es el único modo que encuentro para no pensar en emigrar. Y hoy, que Hada Marina sigue empeñada en cumplir con su agenda de compromisos navideños, yo me escapo de entrar en la urbe de los atascados y me voy a mi casa a hacer algunas empanadas navideñas en mi blog. Lo que hace el aburrimiento.
Afortunadamente, la próxima semana cumplo con mi plan de emigrar y me voy a Berlín a ver a Gaviota y escucharla cantar los villancicos en alemán.
Y cuando vuelva me someteré a la prueba que confirme que la Vaca Marina no entra en el nuevo uniforme de la compañía y Pez Nemo me pondrá una tabla de paseos por el pasillo del avión y yo le mandaré al pairo aunque sea mi jefe. El pobre está temblando porque se las ve venir. Pez Flor y Vaca-Marina bajo su mando. Yo temblaría. Qué lejos queda aquél día en que dos marinos rasos se conocieron gracias a Truman Capote y se hicieron amigos del cielo y la tierra, de la salud y la enfermedad, del silencio y la palabra, de un solo verso, juntos, inseparablemente juntos en la misma búsqueda de alguien que sepa volar. ¿Se me nota que me afecta la Navidad? siento la exaltación que de la amistad se hace en la embriaguez y es que sentir que no estoy sola en este acuario me pone ñoña y me entran ganas de pasar de ser una Vaca Marina y convertirme en una Pulpita con muchos tentáculos para abrazar a todos los habitantes de mi océano.
Y ahora me voy a casa de Hada Marina, que se me acaban de quemar las empanadillas (lo oléis, ¿no?) y llego tarde a mi nueva cita con Vila-Matas, que aún no se ha enterado de que no me voy a Paris sino a Berlín, que tampoco se acaba nunca.
Feliz Navidad

jueves, diciembre 08, 2005

Haciendo Puenting


Por si no teníamos suficientes puentes en Madrid y en toda España, creo, ahora nos toca sufrir este puente con dos agujeros que más bien se parece a un acueducto. Y es que ahora que lo pienso el témino Puente ha dado mucho de sí en mi vida. Ya desde pequeña me alegraba la siesta de mis padres jugando con mis vecinitas a hacer el pino puente en la pared del callejón donde vivíamos. Claro, que no nos limitábamos a ser simples árboles o arbustillos. Según recuerdo ahora la gracia estaba (y me acabo de dar cuenta de ello) en que mis vecinitos también participaban de nuestra exhibición contemplándonos, o más bien, supongo que les divertía ver cómo nuestros vestidos nos cubrían la cara y dejaban al aire las braguitas. Su personalidad viril ya se estaba gestando: la cara tapada y lo demás al aire.
En la adolescencia el término se acuñó para temas de amoríos.
El chico puente era aquél que hacía las veces de puente provisional o móvil o puente de Tente entre el anterior y el posterior novio, porque antes se tenían novios y ahora no sé. Yo, en cambio lo llamaría chico purgante pues en realidad servía para purgarnos la indigestión que nos había dejado el anterior. Claro que no es lo mismo llamarlo chico puente que chico purgante o laxante. Demasiado escatológico.
Y ya en mi edad laboral el puente se convirtió en aéreo y en vez de enseñar las bragas tan ingenuamente como en la pared del callejón de mi infancia, comencé a enseñar los dientes. Y luego dicen que los dientes cambian a los seis años. A mí me cambiaron con veinte, cuando aún no sabía que la sonrisa cambia de color en el puente aéreo. Si lo llego a saber antes me dedico a hacer puentes en los coches oficiales para vendérselos a los mafiosos rusos a lo Bonnie and Clyde.

Y ahora, en la actualidad, triste pero cierto, yo me escaqueo de estos puentes domingueros, única ilusión, después de las vacaciones estivas, para sobrellevar la cruz laboral. Y es cierto que me entristece escuchar que en la víspera festiva todos estan contentos porque parece viernes. Tres oasis de viernes en una misma semana y tan felices, sin saber que cuando pase el espejismo del pseudoviernes seguirán muertos de sed en el mismo desierto de siempre. Ya lo decía Wilde en
El crítico artista "no hacer absolutamente nada, que es la cosa más difícil del mundo, la más difícil y la más intelectual" y se sobrepasa también tristemente cuando afirma que el trabajo es la maldición de las clases bebedoras. Y es que en aquellos tiempos no existía el botellón, que es la maldición de las clases ociosas. Y yo que soy decimonónica me doy al champange o al cava (que yo no sigo el rollo del boicot) o al vino espumante o a cualquier "elixir" que haga que se me suban las burbujas a la cabeza y pueda seguir contando estas tonterías.

lunes, diciembre 05, 2005

En mares Maragatos

De vuelta del sereno mar de Maragatería con exceso de equipaje. De haber regresado en globo el único lastre que podríamos haber soltado habría sido nuestras barrigas. No hay nada para engordar como padecer gula maragata y comerse un cocido en Casa Coscolo. Nada como tener cerca a una exquisita cocinera y anfitriona como Marga y familia de Camarga. Y nada como sentirse en paz con una misma, aunque Vila-Matas se empeñe en hacer que deje de escribir y me lo siga recordando cada noche antes de dormir hablándome de Bartleby y compañía. Pero para eso tengo a Caballito de mar, que me lleva galopando de isla en isla. De Santiagomillas a Castrillo de los polvazares, del Val de San Lorenzo a Santa Colomba, de aquí para allá... Y ya enValdespino nos detenemos a descansar a la vela de las historias maragatas del poeta Adolfo Arés, que tiene una hermosa casa repleta de fantasmas y de amigos y de Yolanda, que me explica con paciencia qué es el botillo y yo la escucho sabiendo que cuando llegue a Madrid se me habrá olvidado tanto entusiasmo culinario. Y más me vale - me digo yo y mi vaca-madre, tan preocupada por mi vesícula y mis triglicéridos. No, si lo de vaca-poeta va a ser premonitorio. Menos mal que el Dr. Erizo no deja aguja sin cabeza y me pincha a la altura de la espinilla, donde más me duele, como las patadas que me dieron en la infancia. Donde más me duele y para recordarme que ese dolor es otro de mis mal llevados excesos. Pero, ¿qué sería de mi salud si no estuviera yo para destrozármela? Pura hipocondria porque me estaría quejando de igual modo, a lo gallego. Tengo un perfil algo poético en cuestiones de salud y si me queréis imaginar sólo tenéis que pensar en mí sosteniendo un pañuelo blanco de encaje con el dedo índice de una mano y acariciandome las sienes con la otra mano, cabizbaja, a lo decimonónico, digna de la inmerecida compasión del Señor de Bembibre. Pero quizás éste sea parte de mi encanto y el otro; la lágrima perenne que acompaña siempre a mis ojos y que los médicos vulgarmente denominan rija y elegantemente epífora. Atrezzo, todo es puro atrezzo o "Teatro, lo tuyo es puro teatro" me dice siempre mi amigo Pez Nemo, que se lo toma todo con mucha calma y por eso tiene tanto tiempo para observarme y no arreglar el router de internet para no escribir y darle la razón a Bartlebly. No, si acabaremos todos locos con tanta alusión metaliteraria. Y mientras, Caballito de mar tan feliz de disfrazarse de cerdo para poder comer y dormir como un auténtico puerco, digno de un buen cocido maragato y sin preocuparse de cuestiones metafísicas. Los hay con suerte.

jueves, diciembre 01, 2005

caballito de mar cumple años

Hoy Caballito de mar ha cumplido años y ha venido a celebrarlo conmigo desde el mar de los follones (no aquél, el otro en el que navegan los barcos de papel de un estatuto que nadie quiere, creo) y se ha metido en pleno cogollo de otro tipo de follón "gallardónico". Pero eso él ya lo sabía. Afortunadamente existe el Pez Mestre que con su voz de versos devuelve la calma al mar embravecido. Y allí donde hay corrientes que arrastran flujos contaminantes planta un árbol y de pronto el mar tiene un cielo interno donde a esos árboles sí les dejan ser estrellas o aves, o música o sólo árboles, que ya es bastante. Y creo que caballito de mar ha nadado a sus anchas, aunque sé que habría preferido tener a pez Mestre sólo para él. Le entiendo. No sabe cómo le entiendo. Pero, yo, que soy una vaca, me encuentro a mis anchas y a mis largas si estoy cerca de quienes me importan. Y allí estaba flanqueada por Caballito de mar, Musa marina y pez Fugu. Y frente a mí, mi adorado Iñaki, pez Luciérnaga, que presentaba a pez Mestre. Y entre las dos orillas una calita llena de amigos tomando el sol poético en un día tan gélido como hoy. Y a veces ocurre, que en estos mares por los que me muevo, me encuentro con otro submarino y nos alegramos haciendo sonar nuestras bocinas internáuticas e intercambiamos blogs. Santiago Tena estuvo en la otra orilla, compartiendo roca con el sol y la luna y le puso voz al poeta herido.
Y después y con dos brazadas Caballito de mar y yo nos fuimos al mar de Islandia y celebramos el final de su día en un barco capitaneado por el filólogo que le robó el cocinero al presidente. Y después, creo que hubo una tormenta y chocamos con un iceberg. Pero caballito de mar y yo salimos ilesos y mañana nos iremos al mar de la Maragatería. Lástima que no podamos jugar a que buscamos a Mestre entre los árboles y los duendes. O sí. No sé qué corrientes seguiremos. Pero, allá que nos vamos.