lunes, diciembre 31, 2007

Momento buenos deseos para el 2008

Queridos amigos,
hoy me pongo de gala para desearos desde esta pecera cibernética que entréis en la nueva corriente 2008 de aire, de mar, de río o como queráis, con muchos premios y bonus extra para los que os cueste más trabajo conseguir lo que queréis.
Muchas gracias por el apoyo que me habéis dado y por seguirle el rollo a mis vaquitas y demás animalillos supra/subacuáticos.

Beatriz Russo

martes, diciembre 18, 2007

55 años de la Tertulia Hispanoamericana Rafael Montesinos



Queridos amigos,

la editorial Mar Futura acaba de publicar el esperado libro que reune los 55 años de Tertulia Hispanoamericana fundada por nuestro querido Rafael Montesinos y cuya continuidad ha sido posible gracias a la constancia y dedicación de su esposa Marisa Calvo y su hijo Rafa Montesinos.
Esta tarde a las 19.30 tendrá lugar la presentación del libro en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe (Avenida de Séneca, 41. Madrid).
En el acto intervendrán:
Carlos Ávila: Editor de Mar Futura y poeta
Juan José Martín Ramos: Poeta
Miguel Losada: Poeta y gestor cultural
Enrique Gracia: Poeta y gestor cultural
Rafael Montesinos: fotógrafo e hijo del Poeta homenajeado.

Os recomiendo el artículo del poeta Manuel Francisco Reina, que hace un recorrido por estos 55 años de historia tertuliana.

Merece la pena asistir.

lunes, diciembre 10, 2007

Papá Toro y su psicópata



Hay quien nace con un pan bajo el brazo y otros nacen con psicópatas. Yo soy este último caso, (y el otro, solo que mi pan está un poco aplastado). Llevo varios años recibiendo llamadas anónimas, con número oculto, mensajes con canciones, tortillas de patatas con geranios a mi puerta (información complementaria: ¡no me gustan los geranios!), cartas de amor, bombones, etc, y ya me he acostumbrado tanto a esta situación, que se me hace raro no recibir noticias. A veces me ocurre que no les aguanto (a los de las llamaditas), otras me paso la semana haciendo conjeturas de quiénes podrían ser (porque son varios, al menos dos), a veces me creo que ya lo tengo y sonrío (qué romántico) y otras me parece patético que aún siga con este rollo (un sospechoso que me cae bastante mal).
Pero en fin, para hablar de mis psicópatas tendría que escribir varios posts. Esta vez le toca a Papá Toro, salvo que su papel es el de sospechoso de psicópata.

Ya había comentado en el post anterior que Papá Toro no está muy toro que digamos y no sale a la calle desde hace mucho tiempo. Nunca le gustó salir de casa salvo para ir a comer a Bilbao o San Sebastián (País Vasco, lo otro habría sido muy fácil), Zaragoza o Burgos y volverse en el mismo día. Pues resulta que el otro día me llama Mamá Vaca muerta de risa para contarme lo que le pasó a Papá Toro el día que salió de casa después de tanto tiempo.
- No sabes la risa que me he pasado hoy con tu padre. Le pasa cada cosa....
- ¿Qué le ha pasado? - pregunto inquieta, casi con boli en mano.

- Pues resulta que hemos ido a echar la quiniela y tu padre ha parado el coche en doble fila en frente de la administración de loterías. De repente aparece una señora que viene lanzada hacia nosotros gritando, se acerca a la ventanilla y le dice a tu padre que deje de espiarla y de seguirla, que la policía le tiene fichado.
- Ala, y papá ¿qué hizo?
- Ya sabes tu padre lo seco que es y lo raro que es para estas cosas, pero esta vez le contestó: "Señora, que yo no la conozco de nada, que yo no me muevo del sofá, no salgo a la calle". La señora le mira y le dice "sí, sí es usted, lleva varios días persiguiéndome y la policía le está buscando para detenerle".
- ¡Qué fuerte!
- Sí, hija, qué fuerte el ataque de risa que me dio a mí al ver a tu padre todo nervioso cerrar los pestillos del coche para que no entrara la señora loca. Tenías que haberle visto la cara de susto que tenía. Y cuanto más le miraba yo, más me reía y él más se cabreaba. Pero hija, qué le voy a hacer, me partía de la risa porque tu padre no quiere salir nunca y para un día que sale, le cae encima una psicópata... Durante todo el camino de regreso a casa no paraba de decir que no sale más de casa, que el mundo está muy loco y que le van a contagiar, que él es muy feliz con sus películas y sus periódicos.
- Ala, pobre...
- ¿Pobre? Pobre yo que le veo a todas horas. Y yo que quería regalarle un perro para que lo sacara de vez en cuando y me dejara sola aunque fuera una hora al día. Nada, que no hay manera de que se entretenga fuera de casa. Pero qué casero me ha salido el gachó (aclaración: Mamá Vaca es castiza). Éste es capaz de no salir por si le detiene la policía por sospechoso. Yo ya le he dicho mil veces que a los locos no hay que hacerles caso, pero no me hace caso y encima me dice que no me hace caso porque es lo que le he dicho yo que hiciera. ¿Tú te crees? Que me ha llamado loca a mí también. Si es que tu padre se lo toma todo a pecho. Anda, hija, hay que dejarle por imposible, cuando se le mete algo en la cabeza, bla, bla, bla....

En fin, que al pobre Papá Toro la calle no le sienta bien, creo qué él también se ha dado cuenta, como yo, de que se está muy bien en La prisión delicada.

viernes, diciembre 07, 2007

martes, diciembre 04, 2007

Papá Oz





¿En qué momento comienza el olvido?

El otro día Papá Toro, que no está muy toro que digamos, está malito, me hizo reflexionar sobre este aspecto cuando apareció con una rosa seca en la mano y me dijo:

- ¿Te acuerdas de esto?
Cogí la rosa descolorida y aplastada entre mis dedos con el miedo de que se rompiera mi recuerdo junto con el tallo.
- Ni idea - le respondí.
- Pues estaba entre las hojas de un libro y supongo que si un día la pusiste allí es porque alguien especial te la regaló.
Me quedé pensando unos segundos e intenté recordar o inventarme el remitente de esa rosa. Por mi cabeza pasaron muchos recuerdos confusos y desistí.

- Pues no me acuerdo, pudo ser cualquiera - respondí.
- Pues sí que olvidas pronto - respondió Papá Toro, al que voy a tener que cambiar el nombre de seguir así y llamarle Papá Oz.
Papá Toro se marchó a mi antigua habitación, que ahora se ha convertido en su centro de operaciones y yo me quedé pensando en que va a ser verdad que vivo al día. ¿Dónde se ha quedado todo? ¿Dónde están mis recuerdos? ¿Acaso mi memoria no tiene trastero? Mi casa no tiene trastero - pensé. Debe de haber alguna conexión con este dato. En mi casa no hay nada que se conserve más de un año. ¿Por qué? Es como si me fuera sustiuyendo a mí misma en las distintas etapas de mi vida.

De pronto aparece Papá Toro/Oz con una enorme caja de cartón.

- Toma - aquí tienes una parte de tu historia. Cogí la caja sorprendida, perpleja, alucinada, la abrí y vi montones de cartas agrupadas en gomas. Yo esperaba juguetes.
- ¿Qué es esto? - le pregunté.
- Puedes olvidarte de lo que quieras.
Las cartas eran la correspondencia que mantuve durante años con diferentes amores de verano y un novio que hizo la mili y me mandó una carta de amor diaria.
- ¡Qué fuerte! - grité sorprendida - ya no me acordaba de esto.
Papá Toro sonrió y se marchó a su centro de operaciones, al rato regresó y me dio un paquete. Lo abrí y vi que era un cuadro que me había hecho con los tréboles de cuatro hojas de su jardín.
- Espero que en el futuro no te olvides de este regalo, ya no estaré para recordártelo.
Me quedé muda y melancólica.
- Yo nunca me olvidaré de ti - pensé con los ojos casi llorosos.

Y ahora me ha dado por volver la vista atrás y verme pequeña, tan pequeña que no paro de ver películas infantiles con el deseo de coger carrerilla de nuevo para ver si logro mantener esta vez la ilusión y la fantasía que me inspiraban los días de mi infancia y adolescencia.

He empezado a escribir para los niños.

Gracias, Papá Toro.

lunes, diciembre 03, 2007