lunes, diciembre 05, 2005

En mares Maragatos

De vuelta del sereno mar de Maragatería con exceso de equipaje. De haber regresado en globo el único lastre que podríamos haber soltado habría sido nuestras barrigas. No hay nada para engordar como padecer gula maragata y comerse un cocido en Casa Coscolo. Nada como tener cerca a una exquisita cocinera y anfitriona como Marga y familia de Camarga. Y nada como sentirse en paz con una misma, aunque Vila-Matas se empeñe en hacer que deje de escribir y me lo siga recordando cada noche antes de dormir hablándome de Bartleby y compañía. Pero para eso tengo a Caballito de mar, que me lleva galopando de isla en isla. De Santiagomillas a Castrillo de los polvazares, del Val de San Lorenzo a Santa Colomba, de aquí para allá... Y ya enValdespino nos detenemos a descansar a la vela de las historias maragatas del poeta Adolfo Arés, que tiene una hermosa casa repleta de fantasmas y de amigos y de Yolanda, que me explica con paciencia qué es el botillo y yo la escucho sabiendo que cuando llegue a Madrid se me habrá olvidado tanto entusiasmo culinario. Y más me vale - me digo yo y mi vaca-madre, tan preocupada por mi vesícula y mis triglicéridos. No, si lo de vaca-poeta va a ser premonitorio. Menos mal que el Dr. Erizo no deja aguja sin cabeza y me pincha a la altura de la espinilla, donde más me duele, como las patadas que me dieron en la infancia. Donde más me duele y para recordarme que ese dolor es otro de mis mal llevados excesos. Pero, ¿qué sería de mi salud si no estuviera yo para destrozármela? Pura hipocondria porque me estaría quejando de igual modo, a lo gallego. Tengo un perfil algo poético en cuestiones de salud y si me queréis imaginar sólo tenéis que pensar en mí sosteniendo un pañuelo blanco de encaje con el dedo índice de una mano y acariciandome las sienes con la otra mano, cabizbaja, a lo decimonónico, digna de la inmerecida compasión del Señor de Bembibre. Pero quizás éste sea parte de mi encanto y el otro; la lágrima perenne que acompaña siempre a mis ojos y que los médicos vulgarmente denominan rija y elegantemente epífora. Atrezzo, todo es puro atrezzo o "Teatro, lo tuyo es puro teatro" me dice siempre mi amigo Pez Nemo, que se lo toma todo con mucha calma y por eso tiene tanto tiempo para observarme y no arreglar el router de internet para no escribir y darle la razón a Bartlebly. No, si acabaremos todos locos con tanta alusión metaliteraria. Y mientras, Caballito de mar tan feliz de disfrazarse de cerdo para poder comer y dormir como un auténtico puerco, digno de un buen cocido maragato y sin preocuparse de cuestiones metafísicas. Los hay con suerte.