domingo, octubre 01, 2006

Infarto cinematográfico


Ya se ha acabado el rodaje del mediometraje de Miguel Ángel Barroso: Infarto con rotura de corazón. Ya se han acabado ser una vaca polifacética que grita "un minuto de silencio" y se queda con el cuerpo congelado, casi sin respirar, esperando la confirmación de Imagen y Sonido y el chasquido de la claqueta y a Barroso diciendo ¡Acción!. Ya se acabaron los desayunos en la cocina, el caos de magdalenas y croissantes, los litros de café sin espuma, la basura no reciclada que a Pez Jesús (el inquilino invadido y secuestrado en su habitación) le provocaba una úlcera. Ya se acabó mi dúo cómico con Pez figurín y los recaditos con Pez productor. Ya se han acabado las llantinas backtage por empatía de Pez figurín y la vaca que llora con la interpretación de Pez pedazo de artista Ainoha (nunca sé dónde poner la H) que superó la posibilidad de interpretar un personaje tan complicado llegando incluso a donde no llega la superación. En fin, que menudo elenco técnico y artístico hemos tenido en el mediometraje. Los pececillos de sonido, con una paciencia meticulosa y un saber hacer que me dejó con la boca a medio cerrar. Los pececillos luciérnagas, tan silenciosos como la luz, me hicieron creer que Hollywood es el principio. Pez Toral, con su pértiga parecía alcanzar la luna y la alcanzó. Al menos yo le he visto llegar y plantar su bandera, como en las playas (aún no sé de qué color). Pez ojo de cielo no tiene pestañas o al menos no mientras posa su ojo en el visor de la cámara y se hace el radiólogo emocional y nos cede sus cristales de caleidoscopio y nos incrusta en el alma la realidad y el sueño en una sola toma. Mi querida Pez María lo bordó no sólo porque ella lo vale como actriz y Juana de Arco, sino por su tesón y esos ojos de Swanson que os va a dejar aniquilados cuando la veais en su interpretación. Y mi querida Pez Ruth que a lo Clairwill nos quitó el impermeable y nos sacudió en la cara que para ser actriz hay que valer, como ella lo vale, y aprenderse un texto tan jodido en unas horas (Pez María también). Y me queda mi querida amiga Pez Maki, que no hace sushi sino que metamorfosea a los personajes con una brocha que no sólo se impregna de pigmentos sino de su inquietante devoción. Y otra mención a mi otra querida amiga Pez figurín que no sólo es la más glamourosa de las estilistas que ha pisado un escenario sino que me ha vestido con un atuendo de amistad y complicidad que no me quito ni para irme a dormir. Y mención especial para mis amigas de siempre, madre e hija Pez Elena y Pececilla Belén que debutaron en la escena y me apoyaron en los momentos de declive de una vaca ayudante de dirección accidental que jamás olvidará la oportunidad que le dio Pez Barroso de poderse rodear no sólo de cine y emoción sino de calidad humana. Pez Barroso cumplió su sueño que ha sido para mí una inestimable realidad y le deseo que se cumpla el otro sueño, el que os llevará a todos al cine.
Y a ti, Pez Velasco, el más entregado y humanamente actor que he encontrado en mi escasa vida cinematográfica. Tú, que te entregaste en cuerpo y alma en el difícil papel que te tocó interpretar y fuiste no sólo eso, sino el apaciguador de las mareas y el consuelo del mal trago. Tú te mereces mi devoción y mucho más.
Y a ti, pez productor, qué te voy a contar. Gracias compañero por ser mi tandem y hacer que entre tanto dramón de rodaje me riera un poquito más.