martes, marzo 27, 2007

Mi suerte


Hoy llueve y yo sigo en la cama mirando el jardín; las hortensias ya están naciendo y el laurel ha florecido. El laurel me lo regalaron mis padres, los más superticiosos del mundo. Y esto me hace pensar en que yo no tengo nada que ver con mi logros en la vida. Cuando estudiaba en la universidad aprobé sólo porque mi madre encendía unas velas mientras me examinaba. No sé si atribuírles al santo de las ampollas en los codos y al santo de las noches en vela mis buenas notas, pero lo cierto es que las velas de mi madre siempre han funcionado. O yo siempre consigo lo que quiero o las velas de mamá vaca son la pera. Con Gaviota ocurría lo mismo. Una vez Gaviota rompió con un novio que no convencía mucho a mamá vaca. Cuando Gaviota llegó a casa se fue directa a la cocina a preguntarle a mamá vaca si ella tenía algo que ver con su ruptura. Mamá vaca me miró primero a mí y después a ella y le dijo: hija, no sería el hombre de tu vida.
No sé de dónde se sacaron mis padres que el laurel en la puerta de una casa protege. Un día aparecen en casa con el superlaurel y me tocó sacrificar una abelia maravillosa para dejarle el sitio al árbol. Por aquel entonces yo tenía muchos problemas con la casa (demasiados) y el laurel me protegió. De pronto todo se fue solucionando hasta que se acabó la mala racha. Vale, vale, mamá vaca, tu laurel tiene poderes y mis gestiones no tuvieron nada que ver. Mamá vaca es muy convincente. Una vez salió a comprar con el monedero en la mano, no sabía qué bolso escoger y acabó llevándose sólo el monedero. "Total parar ir en frente". Antes de entrar en la tienda se encontró con una vecina y se pusieron a charlar. Mamávaca no sabía qué hacer con el monedero y se lo colocó debajo del brazo. De pronto pasa un chico joven por su lado y se lo roba. El chico estaba entrando en el coche, cuando de pronto mamá vaca comienza a pedirle a gritos que le tire las llaves que están en el bolsillo pequeño del monedero, que tiene que entrar en casa y su marido no está. El chico la mira, abre el monedero riéndose a carcachadas y le lanza las llaves de casa. Mamá vaca le dio las gracias y todos contentos. Qué le vamos a hacer, es así.
Este fin de semana también ha sido maravilloso, pero lo cuento después, que ya es hora de levantarme de la cama y prepararme un café.