domingo, marzo 05, 2006

Una vaca que improvisa demasiado


Siempre se me han dado bien las improvisaciones y este fin de semana los planes se han ido sucediendo a la virulé. Inicialmente había previsto llevarme de vuelo a mi estimulador personal (personal brain consolator), una especie de dildo, al que sólo le falta un pene para ser perfecto (creo que Mac está en ello) y escribir sin parar encerrada en el Juan Carlos I de Barcelona para así aprovechar mi siguiente día en París. Pero resulta que Gaviota se ha apuntado a seguirme el rastro. La noche de Barcelona nos fuimos a pasear por el Borne. El barrio gótico no sólo confundía nuestros pasos sino que nos hacía descubrir que una vaca marina y una gaviota paseando por unas callejuelas angostas y llenas de encanto no tienen futuro si tienen hambre. Había tantos restaurantes con encanto, tantos recomendados pro amigos y recepcionistas, que al final acabamos desvalijando la barra de pintxos de dos bares vascos. Y después de cuatro horas de sueño, a París.
Y en París conseguimos cumplir a rajatabla el itinerario que había diseñado para Gaviota. lo típico: Sacre coer en Montmatre, Quartier Latin, Notredame, Marais, hasta que Pez Ese y su chica Pez X nos llamaron para que fuéramos al concierto de Danni Leigh en Poissy. Nunca olvidaremos Poissy, un pueblo de la banlieue parisina que bien podría ser Alcalá de Henares sin el casco antiguo. Nada especial si no hubiera sido porque mereció la pena no ir a cenar el mejor steak tartare du monde a Au Coude fou en quartier Marais y hacer la excursión nocturna a Poissy, recorriendo pueblos que parecían gemelados con la ruta Atocha-Alcalá de Henares. Pero el evento lo merecía. Danni Leigh y su grupo (a los que conocimos en nuestro vuelo) nos habían invitado a su concierto. Llegamos sin cenar, pero como la hora de su actuación se fue postergando de hora en hora ya que cerraban el festival de música, nos quedamos en el camerino de Danni con todo el grupo (un texano, un vasco, un californiano y Danni). Nos hicimos fotos, les filmamos en video, nos comimos sus golosinas, nos bebimos sus cocacolas, nos intercambiamos direcciones y sin embargo, ninguna sabíamos cómo cantaba Danni. Y resultó que tenía una voz hermosísima y nos quedamos aleladas escuchándola en nuestro concierto privado en el camerino. Creo que me desmayé en algún momento, aunque fuera con la imaginación. El sueño, el cansancio, sus bellezas, el cariño con el que nos trataron y su voz (La voz) fueron los ingredientes de mi desmayo imaginario. Y después, a la cama sin cenar y a dormir otras cuatro horas.
Eso me pasa por ser una vaca que improvisa demasiado.