lunes, enero 19, 2015

Callos con Turner




El otro día mi amigo Pez Raya me propuso ir al cine a ver la película de Turner. Él bien conoce mi fascinación por el pintor inglés, pero antes fuimos a comer por el barrio. El pobre lo tiene mal para elegir restaurante conmigo, no porque sea una melindrisquis, sino porque la lista de mis alergias lo ponen siempre muy difícil. Preguntarme qué me apetece comer no es lo más acertado, sino, qué es lo que puedo comer sin tener que ir a urgencias a que me den un chute de adrenalina. Hasta en eso soy decimonónica, un alarde de fragilidad femenina a lo Lizzie Siddal, pese a que soy una súper woman, que una cosa no tiene que ver con la otra...
Cuando una es alérgica o intolerante a la lactosa, proteína vegetal, fruta, tiene anisakis y no le gusta el conejo, la opción se reduce a la cocina tradicional de cuchara. Vamos, que la elección es una casa de comidas con abolengo y sabor. Casa Ricardo, para que nos entendamos. Esos sitios con las paredes recubiertas de tradiciones taurinas donde la carta es la de toda la vida, sin pretensiones pero absolutamente apetecible. Claro que mis ojos, entre vísceras y puchero, se fueron a los callos, que para eso es invierno y somos de Madrid. Pero, ¿unos callos antes de ir a ver la película de Turner? Pues sí, la siesta estaba garantizada...
Pez Raya que sabe muchas cosas, porque lee y escribe ensayos, me contó que una de las fotos se refería al día en que un toro se escapó por las calles de Madrid y un torero que pasaba por allí lo quitó de en medio, que quiere decir, que se lo cargó. Estas cosas ya no pasan ahora – pensé y seguí comiendo mis deliciosos callos, unas alcachofas de lujo y un bacalao que podría haber sido el detonante para llamar a una ambulancia. No me ocurrió nada, creo que me salvaron los piononos del postre o las filloas. O, ¿será que no tengo anisakis? Esta semana me repito las pruebas.
Nos pasamos con la comida, como se puede intuir. Aún así, nos fuimos a ver la de Turner. Pez Raya duró 5 minutos despierto, pero se despetó justo en el momento en que una prostituta se levantaba las faldas enseñándole al pintor su hermoso trasero desnudo. Así que su dormir es selectivo, cae en las partes aburridas y se espabila en la interesantes.... Lo tendré en cuenta.
Yo, sin embargo, permanecí despierta toda la película, a la espera de las imágenes con esos atardeceres espectaculares que nunca llegaban. Un par de escenas maravillosas e inspiradoras, pero casi todo es interior, reflejando su vida de hombre extraño e introvertido. Todo un personaje que, menos mal que una no es rencorosa con los artistas y no tiene en cuenta sus vidas privadas que si no, al arte le iban a dar dos duros porque la biografía de la mayoría es como para darles de comer a parte. El caso es que al final el tipo me cayó mejor, cuando se murió, porque me dio penita su mujer que ya se quedaba viuda por tercera vez. Menudo sino el suyo, seguro que al final acabaría con el médico del pueblo. Además, Turner donó a la nación británica toda su obra para que pudiera estar expuesta al público. Vale....fue muy generoso.
En fin que voy al cine a deleitarme y acabo sumergida en la vida privada de un personaje que admiro. Me siento algo voyeur, metiéndome en su alcoba y haciendo de juez de sus desvíos y desvaríos. No sé si me gusta este tipo de adaptaciones tan íntimas.... Me pongo en el lugar de Turner y pienso: y de mí, ¿qué contarían? Pues tienen temas para hacer una saga....soy un filón...
De todos modos, la peli, pese a este pequeño matiz, me gustó.

miércoles, enero 14, 2015

Erótica para chinos







Mamá vaca no viene a mis recitales porque dice que la poesía es muy triste y a ella le gusta mucho reírse. Hija, ¿cuándo te va a dar por lo cómico?" – me suele preguntar. "Pues no sé, es que eso no es muy serio, mamá" – le suelo responder. Además, se queja de que me invento las palabras y no se entera de nada. Qué graciosa, como si ella no se inventara el idioma con sus modismos castizos adaptados.

Algo parecido debió de ocurrirles a los oyentes de la conferencia que dimos Pececilla y yo el otro día en una Universidad. Nuestra querida Pez Ale, la coordinadora, nos había invitado como muestra de la poesía femenina actual. Pececilla y yo llevábamos ya varios años sin compartir elocuencias y nos hizo mucha ilusión. Sin embargo, nuestra sorpresa fue que al entrar en la clase nos encontramos con que los alumnos ¡¡¡eran chinos!!! Por Dios, si no me entiende ni mi madre, ¿cómo lo van a hacer los chinos?

Pues nada, que Ni hao y a agarrar a la cabra por los cuernos que para eso estamos en su año chino.

Pez Ale se había preparado una clase magistral sobre los designios de la poesía desde la posguerra. Pececilla y yo la mirábamos absortas yendo de las miradas impasibles de oriente a su excelente dialéctica occidental. Sin embargo, he de confesar que si Mamá vaca hubiera estado allí habría entendido que "Dios las crea y ellas se juntan". Vaya trío de marcianas.

Los estudiantes eran muy aplicados, frente a ellos sus tablets, aparatos de generación plus ultra y sus traductores. No se les movía una pestaña, ni un gesto y parecían prestar atención. Igual estaban meditando, qué sé yo.

El caso es que llegó nuestro turno. Pececilla leía poemas inéditos, cosa que me puso en situación para medir mi capacidad de entender el tipo de poesía metafórica que hacemos, mientras yo testaba el grado de concentración de los oyentes perplejos. Imagino que les ocurría algo similar a lo que le pasa a mis amigos no literatos cuando asisten a mis recitales."No me entero de mucho, pero me encanta cómo mezclas las palabras y cómo las dices". Vale, aceptamos mi poética como hermoso lugar de ensoñación...

Y si Pececilla emplea un lenguaje elaborado, con imágenes precisas, no digamos yo, la vaca que habla, cuando digo que Astarté sobornaba a sus amantes con el brillo de un orgasmo de platino, o me refiero al erógeno polimatías, o que dormí con el flujo de Platón entre mis manos, o que cayó el pene del autómata, o los clavos de Cristo en el pubis de las esposas rotas o su lengua en el frugal tributo de las vírgenes ensangrentadas de mi poemario La prisión delicada o incluso, venció el galán de alcantarilla con el alfa de su esperma,  o se aferran a mis labios con la devoción de un relicario y me salpican su furor de esperma, o los que empuñan la espada y el falo no lo soportan, o el reclamo surmergíos en este manantial indecoroso de Nocturno insecto. Todo un show al puro estilo Noche en la tierra, donde Begnini, un taxita nocturno por las calles de Roma, provoca el infarto de un vescovo, confesándole sus pericias zoofílicas.

Las tres mosqueteras salimos de clase con la sensación de habernos dado el recital a nosotras mismas. Comentamos que es cierto que una se relaja cuando cree que el otro no le entiende. Podíamos meter la pata, decir lo que nos diera gana sin que la sala se llenara de miradas inquisidoras. Sin embargo... hay algo que me inquieta....¿en qué punto tecnológico estarían sus cacharros cibernéticos? y ¿si nuestra voz era traducida simultáneamente en la pantalla de esos aparatejos? ¿Cómo se dirá "erógeno polimatías" en chino?

Desde entonces no paro de reflexionar sobre los misterios de la traducción, que es un tema que me interesa mucho últimamente..... Y, ¿si les da por consultar mi blog de Cuentos chinos, donde tengo el morro de traducir mis poemas al chino? Con un poco de suerte quizás no logren entenderme y si lo hacen, que lo disfruten....





martes, enero 13, 2015

La poeta y el albañil

                     

Ahora resulta que ser poeta va a ser incluso beneficioso para la vida cotidiana. Muchos recordaremos cómo Oliverio vendía poemas de amor para ganarse algún bife de chorizo en El lado oscuro del corazón de Subiela. Seguramente alguna vez nos hayan dejado un papelillo en la mesa junto a nuestra caña bien tirada con un poema de amor a cuenta de nuestra buena voluntad. Pero lo que pocos pueden contar es lo que me ha ocurrido a mí.

Mi casa siempre ha estado en obras, entre unas cosas y otras he vivido en continua construcción (también en el sentido metafórico) y mi relación con los artistas de última generación no ha sido siempre muy fluida, me ha pasado de todo con ellos y pocas cosas buenas. Sin embargo... no se puede generalizar. A veces ocurren los milagros y todo va sobre rodillo.

Un buen día aparece mi nuevo jefe de obra, un hombre con pinta de dedicarse a otra cosa. Entra, me saluda muy educadamente y se queda ensimismado mirando mi librería. Le acompañan dos trabajadores rumanos algo tímidos que enseguida se ponen a trabajar. Mi nuevo fichaje comienza a hacer elogios de mi librería y descubre que en uno de los libros está mi cara.

– Mi primer libro - le digo algo sonrojada.
– ¡Anda! ¿es usted escritora? Yo también escribo - me dice con una sonrisa de banana perfecta.
– ¡Anda, qué curioso! – respondo por responder.
– Sí, escribo las letras de mis canciones y también novela.
– Pues sí que es curioso sí.

La conversación se alarga, los albañiles a lo suyo y llega la hora de comer. Le invito a acompañarme al jardín y almorzar conmigo. Él accede y allí nos quedamos hasta que los albañiles acaban y comienzan a recoger.

Es entonces cuando se inicia el trueque. Banco de tiempo lo llaman. El caso es que decidimos hacer un intercambio de mano de obra, nunca mejor dicho. Yo le corrijo su novela y él a cambio me arregla la lista de cosas estropeadas que aún tengo pendientes de arreglar. No sé quién sale perdiendo en el cambio..... pero, para que luego digan que la poesía no es productiva.....