lunes, noviembre 28, 2005

Bailando en el burladero

Todo podría haber acabado en tragedia de no haber sido porque yo no tenía ganas de líos, que ya es duro mantener la línea (no ésa, la otra, la de espera) En otra ocasión y si mi amigo pez Nemo no me hubiera acompañado, sí que habría participado en el embrollo. Pues resulta que en este país sí se lleva eso de pedir la vez y salir pitando hacia otro lugar donde pedir la vez para después salir escopetada a otro lugar y así hasta que dé de sí la mañana. Yo esto no lo sabía (a veces navego en el mar de la ignoracia y así me va) El caso es que hoy me he levantado sintiéndome una estúpida por no haber sido partícipe de tal embrollo. Pero, claro, como me ocurre la mayoría de las veces, el sentimiento de estupidez me aparece cuando no ha lugar y con carácter retroactivo para que me dé más rabia. A lo que voy. Entra en la oficina de Correos un chucho tipo caniche paseando a su dueña atada de la muñeca a la correa (que no sé por qué no la dejó fuera y con el bozal puesto) Yo mientras tanto a lo mío (rellenar los impresos de certificado) De pronto oigo protestar en tono afrancesado a la señora que me precede en turno "pego oiga señoga, que yo también tengo cosas que haceg y tengo que ig también a la fagmacia" y la señora del chucho, haciendo alarde de sus orígenes aristocráticos le responde que hubiera ella pedido también la vez. "Pego señoga, si todos pedimos la vez, no habgía nadie haciendo fila y segía un caos. Esto no puede seg nogmal. Qué descago" No será normal en su país, pero aquí se hace esto de toda la vida y si no le gusta .... - le responde la ariscogática. Entonces, de repente, ambas se giran hacia mí y me preguntan. Yo miro a Nemo y Nemo me mira a mí y yo miro a ambas señoras y después vuelvo a mirar a Nemo, que se encoje de hombros, y finalmente me atrevo a decir que yo no sé nada, como si se tratara de una caza de brujas y me estuvieran apuntando con una antorcha. Entonces la pobre francesa indefensa mira hacia otro lado resignada y humillada porque la ariscogática se ha salido con la suya. Y yo me quedo en la fila con mi sentido de culpabilidad, injusticia y vergüenza y me dan ganas de decirle a la franchute con mi mejor acento francés "c´est pas vrai. On n´est pas come ça" pero me callo y me voy a mi casa con el peso de las malas digestiones. Y hoy me levanto, como si aún me repitiera aquel mal trago y me dan ganas de fragelarme por inoportuna. Porque, vamos a ver, ¿a qué viene eso de protestar ahora que no ha lugar? Pues supongo que viene a que mis enfados tienen un detonador programado para funcionar en dos días o quizás tenga razón la franchute cuando me miraba resignada y pensaba que así nos va a los españoles, muchos toros pero a la hora de la verdad nos resguardamos en el burladero, que para torear ya está los toreros. Pues sí señora, tiene usted toda la razón.
Pero, eso sí, para el bailongo, nada mejor que nosotros, país latinoamericano del Este. Porque hace falta tener ganas de bailar cuando se baila la música de Bisbal y su cuadrilla, que es lo que se lleva en todas las bodas, aunque se celebren en el Gran Casino de Madrid y todo sea etiqueta (los trajes, el menú y el vino) Reconozco que cuando entré en el salón me sentí Sisí Emperatriz y me sentí orgullosa de haber elegido mi vestido de cuatro capas de tul. Ni la Regenta podría haberme hecho sombra. Mientras tomábamos el cócktel yo seguía soñando con aquellos tiempos, a veces tan anhelados. Se lo comenté a Caballito de mar, que en un instante me sacó de la ensoñación "sí, siempre y cuando te hubiera tocado ser una princesita o una aristócrata" Desgraciadamente, seguro que no era el caso y estaría soñando con un futuro mejor, quizás con el que ahora tengo, mientras le zurzo los calcetines a mi esposo. Pero, en fin, a lo que iba. Después de la magnífica cena de veintemil tenedores, pasamos al salón de baile. La cosa empezó muy bien cuando sonó el vals de rigor, pero después, antes de media noche, se deshizo el encanto y regresé al presente discográfico, donde, afortunadamente, no tengo que zurzir ningún calcetín y desafortunadamente, sí, soportar a los clones de Ricky Martin e imitadores.
Lo peor de todo es que con tanto mirar hacia atrás y hacia adelante se me olvida mirar por dónde voy y puede ocurrir que alguna de las veces a mi zapato no se le pegue la misma mierda de siempre sino un boleto premiado en el sorteo de los días dichosos.

viernes, noviembre 25, 2005

La vaca que sueña

Pues tiene razón la Choupa cuando me pide que rescate a la vaca que ríe. Pero es lo que tiene ser una vaca que menstrua en los prados hormonales de la hipersensibilidad. Y pensar que os toca acompañarme al fondo del mar una vez al mes (porque el mar también tiene su fondo) y que no habrá escombros madrileños que lo impidan, por muy "gallardo" que se ponga el océano. Sin embargo, aunque parezca que estoy celebrando la llegada de la primavera (puedo celebrarla en Buenos Aires si me apetece) en realidad estoy celebrando la resaca de anoche. No es que me haya lanzado a los placeres etílicos. Me ocurre que anoche me emborraché escuchando a Paco Brines y hoy no sé si se me apareció en la vigilia o en realidad es cierto que nos llevó a Musa Marina y a mí en un side-horse (que es como un side-car pero en caballo) por la playa de Oliva y después me fui a cenar con él y con Pez Basi y Pez Maxi (que no os suene a Pixi y Dixi ni a Zipi y Zape ni a Pili y Mili) Y allí ocurrió la metamorfosis del entorno. Porque Paco es algo parecido a un gran mago. De pronto el camarero que nos atiende cada jueves después de los recitales se convirtió en Dionisio (compinchado con Pez Basi) y no dejaba de llenarme la copa con Riberita y la vaca-poeta no paraba de beber y beber (léase como el llorar y llorar de los mariachis) hasta que, cataplás, sucedió el milagro del vino y comencé a chispear como una bengala navideña de tres metros y medio de ancho (porque estaba yo más ancha que larga) y ya no paré hasta la madrugada. Fue una noche de álbum de fotos, una noche de refugio en la montaña en un campamento mixto en el que se suceden historias de ouijas y misterios sin resolver (nos faltaba Chicho Ibáñez en la tertulia) Lo que puede cambiar un día con un chasquido de dedos, como el anuncio del vino en el que el cliente pregunta al camarero si puede mejorar el vino que le ofrece y el camarero chasquea los dedos y allí está el nuevo decorado, el improvement del vino. Y así hizo Paco, chasqueó los dedos de su poesía y allí estaba el paraíso en un abrir y cerrar de ojos. Por esto, Choupa, hoy canto y bailo y también porque hoy he pasado mi resaca con Pez Nemo en Ikea, como un matrimonio que no sabe qué hacer un sábado cualquiera, visitando cocinas que no vamos a comprar, probando sillones de pana, adivinando para qué sirven todos los utensilios de cocina expuestos, comiendo el menú sueco y visitando la zona infantil mientras soñamos con si algún día seremos los padres de alguien que quiere pasar el sábado jugando a ser un sueño cumplido y preguntándonos si la Watling y Caballito de mar estarán de acuerdo en pasar muchos sábados jugando a ser los padres de una niña que un día dejó de ser imaginaria.

jueves, noviembre 24, 2005

El cura y la mariposa

Hoy mi amiga la Choupa me ha preguntado si me encontraba bien porque últimamente mi blog tiene otro tono, algo más apesadumbrado. Pues sí lo tiene, no es para menos. Vaya semanita contra la violencia de género. Cómo voy a estar después de que toda una protesta se concentra en una sola semana. Estresada estresadísima. Ya podría durar todo el año, así estaría más distendida y mi colon no sufriría tantos espasmos.
Pero Choupa, no te preocupes, que hay coña para rato. Ahora resulta que los homosexuales son unos inmaduros. Lo dice Ratzinger y lo que dice el Papa va a misa. Y añade que cualquier hombre que manifieste su tendencia gay no puede ser clérigo. O sea, que la iglesia quiere acabar con la pederastia eclesiástica y suelta esta bomba mediática. Pues sí que anda maduro el clero. Pero, bueno, a mí ni me va ni me viene porque aún tengo la opción de ser monja y lesbiana, ya que en el dichoso documento eclesiástico sólo hablan de hombres, para variar.
Y como no me quiero topar con la iglesia, ya me callo. A ver si voy a conocer a un príncipe europeo y van a criticar mi boda religiosa. Que luego todo se sabe, aunque me borren el curriculum vitae.
Si es que no se puede ser una mariposa. ¿Qué habría sido de la poesía de Cernuda, Gil de Biedma, Lorca y ... sin sus alas de colores? Porque en este país multicolor ya no nacen abejas bajo el sol (abejas soldado u obreras, como antes) No. En este país multicolor algunos gusanos se convierten en mariposas y otros nunca dejan de ser unos simples gusanos beatos que van pudriendo la manzana. Como si nos sobraran las manzanas. Eso sí, manzanas de cemento sí que da el árbol del madroño. Porque no me digáis que entre Gallardón y el Gran Manzano no han cubierto nuestros solares con enormes manzanas clónicas. Se acabó lo del barbecho. A producir manzanas y que siga subiendo su precio en el mercado. Y es que tiene que haber sitio para todos. Sino, ¿dónde se habrían metido los 4 millones de inmigrantes que viven en nuestro país? Porque ya no quedan colmenas para todos y ya no se lleva eso de las casas de huéspedes de la posguerra. A lo sumo casas compartidas por universitarios. Pero no es el caso, ¿no?
Pues, a lo que iba, Choupa, que hoy el telediario me ha hecho gracia con el temita de los homosexuales y he llamado a todos mis amigos gays para avisarles de que no se presenten al casting de curas y si tienen mucho interés, que plieguen las alas y disimulen, que ojos que no ven, sacerdocio que no se resiente.

martes, noviembre 22, 2005

El pez que se comió a la vaca


Preguntarse si un pez se puede comer a una vaca debería sonar tan aberrante como preguntarse si un hombre puede matar a palos a una mujer. Debería ser así, pero ya no lo es.
Esta semana está dedicada a las mujeres maltratadas, que son muchas, 72 mujeres muertas en España en lo que va de año. Mucho más que cualquier atentado de ETA. Salgo a la calle y no veo manifestaciones con manos blancas pidiendo que se recrudezca la ley contra la violencia de género. Eso sí, obras en Madrid las que quieras, como si las escombreras estuvieran de saldo.
¿Qué está pasando? ¿qué les lleva a algunos hombres a ser tan bestias? no hablo de bestias pardas. Pobres. Hablo de monstruos. Y a mí que me daba miedo el monstruo del lago Ness y Tiburón. Y ahora resulta que, a veces, el monstruo lo tenemos en casa, e incluso en la misma cama. Qué miedo da a veces echarse novio. Afortunadamente, aquí estamos algunas reivindicando como podemos el derecho al respeto de género. Y reconozco que es muy difícil contener la rabia y en ocasiones mi lado más ínfimo imagina castigos medievales contra los agresores. Aunque después de una avalancha de improperios se me pasa y me digo, pero bueno, vaca-poeta, tú eres sensible, tú no eres un monstruo como ellos. Aunque no me olvido. Es lo que tengo. Pero también me ocurre que regularmente sigo las informaciones que salen sobre violencia de género en México y en Guatemala y ya no hay sermones que valgan. Ya es too much. Cuando leo que en Ciudad Juárez se han cometido 320 asesinatos de mujeres y hay 500 mujeres desaparecidas, y que en Guatemala van 2000 muertas en 6 años y NADIE hace nada. Ni siquiera los que tendrían que hacer algo. Pues, qué voy a decir, que los métodos de tortura medievales son cosquillas para los asesinos y para los que lo permiten. Y que se me irrite el colon todo lo que quiera de rabia. Estas noticias no son digeribles y así me va.
Y así les irá también al elenco de famosas que han posado como modelos fotográficas para protestar contra los estragos de la violencia de género. Es el mejor Basta ya que pueden ofrecer los artistas para sensibilizar a esos burros del cinturón, la cerilla y la porra. Hasta el 27 de este mes podremos contemplar los rostros tristes y sangrantes de Belén Rueda, Maribel Verdú, Lola Herrera, etc... en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (Gallardón Mediante)
Y en el fondo me pregunto por cómo no soy yo una de esas víctimas ¿Cuestión de suerte o de elección? Mi madre dice que los hombres son como los melones, que no sabes como son hasta que los abres. Pues dime tú, mamá-vaca, ¿cómo se supone que se abre la cabeza-melón de los hombres para saber si son dulces, amargos, maduros, inmaduros o, en el peor de los casos, Asesinos?
Quizás Macintosh invente algún día un detector de melones asesinos. Pero hasta entonces solo nos queda seguir abriendo melones y confiar en que la mala suerte no nos elija.


viernes, noviembre 18, 2005

El amor en tiempos de vanagloria

Hay muchos secretos en la vida de una palabra. Y quizás la palabra amor se guarde para sí muchos de esos secretos que jamás conseguiremos averiguar (tampoco nos conviene) Algunos afortunados logran inferir su esencia mientras otros ni siquiera se molestan en darse el gusto de machacarse la cabeza contra el único muro que no discrimina sexo, nacionalidad o religión. Isabel Coixet nos lo deja muy clarito en su última película La vida secreta de las palabras. No hay obstáculos, no hay muro, ya se encarga de ello el dios hindú Gamesh (el que elimina obstáculos en el camino a la felicidad conyugal) Pero Isabel no habla de esto. Ella no fabulea con mitologías de dioses. Coixet es clara y concisa, no se anda por las ramas, no es perifrásica cuando nos plantea la verdad. Y para cuestionarte esa verdad tienes que tragarte muchas escenas duras. Escenas que te hacen sertir la niña mimada de Europa que llora cuando le quitan el caramelo o se le cae la piruleta al suelo. Y mientras, a relativamente poca distancia, ¿qué está pasando?¿cómo se ama por aquí al lado?
Quizás aprendamos algo si atendemos a los discursos sobre el amor en El banquete de Platón, en el que se cuestiona al amor yendo de lo particular a lo general, del intercambio entre el hombre y la mujer a la interactuación con el alma y el universo. Estamos cerca, pero en la teoría. Para la práctica tenemos a Erich Fromm con El arte de amar, donde llega a comparar al amor con una transacción mercantil de intercambio mutuamente favorable. Y es que seguimos comerciando con el amor y a veces la transacción se encuentra dentro de casa y no sólo ha de haber dinero por medio.
Y Gándara se pregunta "¿Qué es el amor a estas alturas, tras tanta imaginación literaria y tanta civilización de ideas? ... En el presente tiene una imagen más doméstica ... de dos individuos que se vigilan mutuamente y pasean de la mano por las calles borrosas hasta acertar con el supermercado"
Y es que el tema parece que no da para más. Y mientras siga sin interesarnos esa vida secreta de las palabras, el amor se irá aburriendo hasta morir de inanición y hastío, o se hará el harakiri.

jueves, noviembre 17, 2005

Mugiendo bajo la lluvia

Semana lluviosa para tanto trajín de acá para allá, porque está Madrid para muchos trotes, máxime cuando esos trotes hay que darlos por la M-3o. Lo que daría por volver a la época del caballo y saltarme los socavones al puro estilo Cayetano de Alba para despistar al atasco. Confieso que a estas alturas del segundo milenio ya me esperaba conducir un monovolumen volante. Quizás esta desilusión me esté provocando tanta melancolía del caballo. Y como a mal tiempo, buena cara, pues me conformo con pecar de infractora. Y he de confesar que se me dispara la adrenalina cuando cometo una infracción (tonta) de tráfico. Desgraciadamente es la única rebeldía que el español se permite desde hace unos años. Supongo que concentra toda su rabia e impotencia en el volante, hace pirulas y se siente un héroe al que la poli no la pillado, insulta a babor y a estribor y piensa que está en el despacho exhortando a su jefe (porque no se atreve a más ni con la imaginación) y a veces, cuando ve que el enemigo es una mujer, se baja del coche y amenaza con partirle la cara, como si fuera un oficial de la SS. Ay, qué escasos andamos de razones ... . Pues para razones las que Caballero Bonald se atreve a dar en su Manual para infractores. A ver si nos enteramos de que "haberlas haylas". Ayer, entre tanta niebla cegadora, alguien con una linterna poética nos decía "por aquí, es por aquí" mientras pisábamos los cadáveres diarios de niños que mueren por SIDA o soldados analfabetos con las piernas amputadas por las minas antipersonales o mujeres quemadas vivas en la silla de un patio o sudsaharianos esposados abandonados en el desierto. Y Caballero decía "por aquí, es por aquí". Hace miedo en este sitio - pensé - pero sé que es por aquí y me senté junto a su silla para que dejara constancia en su libro de que yo le seguí.

lunes, noviembre 14, 2005

Pastando en campos de cultura


Esta semana me han dado cultura por todas partes. Todo empezó el jueves en la Universidad Mississippi, donde yo, la vaca-poeta, presentaba a otro poeta muy singular, Jordi Virallonga. Y es que Jordi tiene unos poemas de esos que te hacen decir ¡coñó! cuando termina de recitar. Lástima que yo no sea un toro-poeta y a mí no se me pueda poner dura como a él cuando lee buena poesía. El caso es que me animó la tarde aparentemente arruinada por culpa de las excavaciones de la ciudad más arqueológica del mundo mundial, socavones en la M-30 que me hicieron llegar media hora tarde. Por suerte ese día me había puesto mi escote de emergencia y ya se sabe que donde hay escote no manda patrón. También me animó escuchar a Clara Janés contando la historia de cómo conoció al poeta checo Vladimir Holan narrada en su nuevo libro La voz de Ofelia. Sin embargo, yo soy una vaca que cuando gana siempre paga un precio, aquella noche me perdí el concierto de Marlango. Mi amigo pez Nemo me había sacado una entrada y de nuevo le di plantón y me perdí el vestido negro de la Watling, sus Doc Martins rojas, sus labios a juego con sus botas y su voz. Y sobre todo me perdí los ojos chipeantes de mi amigo Nemo cuando la mira. Y esto, os lo aseguro, sí que es una gran pérdida.
Llegó el viernes, me puse los zapatos de cebra, mi bolso de cebra (regalos de Palometa de mar) y mis pendientes egocéntricos (regalo de Hada Marina) y me fui a la presentación del libro Antología de poetas recién asesinados de mi amigo Ignacio Serra. El Ateneo estaba lleno de amigos. Suyos y algunos míos. Y disfruté tanto que me entraron ganas de seguir adelante y escribir. No faltó la poesía al desnudo de mi amigo, que en poco menos de medio minuto ya se había quedado en pelotas frente al atril. No sé por qué lo hace, pero me gusta.
El sábado madrugué para ir a mi clase de Chakras. Cuatro horas indagando en aquello que llaman espíritu. Cuatro horas intentando quitarle capas a la cebolla para ver si me encuentro con mi alma. Pero no, aún no toca ver mi alma. Pues me voy al cine a ver la de Camarón.
Y se la vi. Tremenda actuación de Óscar Jaenada (Camarón) y Jacobo Dicenta (Luquitas). Haré huelga de leche si no les dan un Goya. Casi me pongo a aplaudir como una posesa cuando acabó la película, pero me contuve porque en el fondo soy una vaca muy recatada (aunque no tanto como para mandarle un mensaje a Jacobo y felicitarle por su actuación a altas horas de la madrugada) Él me perdonará la emoción. A mí y a caballito de mar, que hizo lo mismo que yo desde su móvil. Enhorabuena por duplicado.
Y el domingo, cultura de otro tipo. Casi consigo no darle plantón a Nemo e ir al cine a ver la nueva peli de Woody Allen. Pero, justo antes de salir... , pues eso, otro tipo de cultura.
Y hoy lunes, en unos minutos seguiré pastando en campos de cultura, que me espera mi profe de piano para vacas y yo tengo mucho que rumiar.


viernes, noviembre 11, 2005

Al servicio de las hadas

Y, ¿quién no necesita un hada en su vida? Yo le he dicho que le presto a mi Hada Marina para que le conceda algún deseo (ayer me regaló una body milk para vacas y unos pendientes fashion con mi foto) pero creo que mi amiga la Choupa necesita más que un hada. Lleva un mes rogándole a Papá Noël que le anticipe su regalo y le ponga en la puerta de su casa a una interna. Ya no le importa que sea de Albacete o de la Conchinchina. Pero, por Dios, que sepa hacer un pollo empanado clásico (de huevo y pan rallado)
Pues resulta que su última interna ha puesto los pies en polvorosa en cuanto la Choupa le ha explicado, descrito, deletreado y analizado sintácticamente (por el método tradicional, estructural y generativo) la receta del pollo empanado, con los ingredientes ordenados alfabéticamente (a lo Mónica Geller) sobre la encimera y con las instrucciones explicadas por ingredientes y pasos. La chica se ha preparado para la ceremonia del pollo empanado; se ha abierto una lata de pepsicola, la ha puesto junto a la sartén, ha mirado los ingredientes, le ha pegado un sorbo a su pepsicola y se ha ido corriendo. Hay reacciones que son incomprensibles, ve tú a saber el porqué de su huida. La choupa ha llegado a casa y se ha encontrado su eco en la casa vacía. Preocupada por lo que le ha podido ocurrir ha llegado hasta la CIA, la Gestapo y el mismo Vaticano para ver si alguien sabía algo de ella. Pasan tantas cosas en la villa del señor que una no sabe nunca. Y resulta que a la chica le había dado un ataque de ansiedad frente al pollo y la receta, y ha decidido que se vuelve con su madre o se mete a monja, que el servicio doméstico no es lo suyo. Y es normal, ¿acaso yo sabía hacer un pollo empanado con 19 años? Pues no, pero si la Choupa me lo hubiera explicado, pues sí.
Y mi amiga la choupa está preocupada por si es ella el origen de tanto desastre. Desde que la mujer del portero de fútbol chileno regresó a su país, no levanta cabeza. A una le da una crisis de ansiedad porque le ha dejado su novio y le da por no comer y desmayarse; otra se escapa de la casa, desaparece tres días y llama pidiendo perdón; y ahora la pobre chica a la que le dan miedo los pollos empanados.Quizás sea buena en otra cosa, pero como, desgraciadamente, su país se cae a trozos con tanta desgracia, pues se viene a España y a servir, que no es lo suyo. Pero, es que a mi amiga la Choupa ya no le quedan más tentáculos y el Dr. Sabio de mar le ha dicho que aún tiene que esperar unos años para le implante un par de ellos. Entonces mi amiga la Choupa será madre, esposa, amiga, amante, nuera, cuñada, hija, empresaria, ama de casa y hará ella misma el pollo empanado o comerá de lata. Y mientras tanto, yo aquí, perdiendo el tiempo con mis dos únicos tentáculos.

martes, noviembre 08, 2005

Artistas de última generación

Ahora que está de moda todo lo de última generación (cosa que me asusta un poco porque me suena a apocalipsis) y todos se apuntan al argot tecnológico, no es de extrañar que los obreros de toda la vida se empiecen a autodenominar artistas de última generación. Y hay que reconocerles que son unos artistas, pero unos artistas bien dotados en el arte de dejarla a una tirada.
Yo, que soy una vaca-poeta de última generación, aún no entiendo cómo se las apañan para hacer lo que les da la gana y cobrar lo que también les da la gana. Claro, que soy una ternerita que a veces se cae del guindo y sólo se da cuenta de su ingenuidad cuando se da la leche y ve que los artistas del pueblo ya se han escapao, riau, riau.
Pues hoy resulta que los técnicos de lavadoras de última generación me han dejado plantad
a. Vaca-poeta lavando a pezuña se hace el haraquiri tras ser abandonada por el técnico de última generación de Indesit- rezará mi entrada en la crónica de sucesos. Llamo al servicio técnico para protestar y me dicen que me llamarán para informarme. No me llaman. Llamo de nuevo y ya se han ido a comer. Llamo por la tarde y me dicen que el artista irá el jueves (recuérdese el artículo de Larra Vuelva usted mañana). Ah, el jueves, dos días más lavando a pezuña. Vale, y¿a qué hora? Ah... entre las 09.00 y las 18.00. Ah... qué bien, nueve horas de imaginaria en mi casa. Y, ¿por qué no me avisa el técnico de cuándo va a venir? Ah... que no tiene móvil. Pero hombre, señora, no me tome el pelo, ¿cómo no va a tener móvil un artista de última generación? Ah... que se comunica con él mediante un busca, ya veo, pues dígale que me llame desde una cabina. Que eso no lo va a hacer. Pues que usía me perdone, pero ya es hora de que se haga un artista de última generación y se compre un móvil, hombre.
Y eso no es nada comparado con las chapuzas de otros artistas de oficio al puro estilo holibudiense: Coge el dinero y corre; Esta casa es una ruina, La mano que mece el martillo, Granujas de medio pelo, El arca de Noé, Polstergate (en el jardín), etc... Nada que hacer. Son incorregibles pero también imprescindibles y como lo saben, pues eso.
Últimamente todo en mi vida son obras, grandes obras. Las casas de Caballito de mar, Palometa, Nemo y Musa Marina en reconstrucción; mis novelas, una aún en construcción y otra en reconstrucción; mi salud psíquica en reconstrucción, mi salud física aún sobre el plano y mi cuenta corriente (y tan corriente que se las pira) en demolición.
Pues con tal panorama sólo me queda la poesía de última generación para consolarme. Porque, que duda cabe, la nuestra es una generación de última generación. Suena algo redundante pero es así. Sonaría un poco futurístico denominarnos: generación 2001, odisea en el espacio, pese a ser muy apropiado, visto el uso catastrófico que se le da al espacio en blanco. Mis predecesores sí que se lo montaron bien: generación del 98, del 27, del 36, del 50, del 60, del 68 ó 70, del 80, ... y llegados al 2000: confusión. Tanto con el año 2000... que si los coches iban a volar (como las vacas y los burros), que si la alimentación sería a base de píldoras, que si nos compraríamos un apartamento en Marte o una multipropiedad interplanetaria, y ahora resulta que llegamos al 2000 y no somos capaces de poner nombre a una generación poética. Pues, qué fiasco. Ahora bien, prefiero la incertidumbre a aquello de La promoción del 2000, que suena a graduación de colegio mayor (y va con segundas) o como sugiere Jorge Herralde: La cofradía del cuero (realismo sucio en poesía)
En fin, a modo de Casa Blanca:
Ilsa: But, what about us? (¿qué será de nosotros?)
Rick: We´ll always have París (Siempre nos quedará París)
Esperemos que el amor triunfe sobre la virtud.


domingo, noviembre 06, 2005

Maratón Friends

Así me hallo este fin de semana, en bata y zapatillas. Y no es para menos, después de esperar meses y meses a que editaran la última temporada de Friends, es un placer vaquear en mi sofá con mi mantita de Camargo y mis calcetines gordos. Y es que no hay nada mejor que ser el espectador de la vida de otros, y si no, que se lo pregunten a Dios y a su séquito de vírgenes y santos.
Reconozco que a mí me va el teletransporte, eso de meterme en todos los asuntos de las series de televisión. A veces tengo complejo de fantasma que pulula por Central Perk (la cafetería donde se reúnen los protagonistas de Friends) y me siento junto a Rachel y me río a carcajadas con su sentido del humor, o me abalanzo como una posesa sobre Ross, pero ninguno me ve, ni me siente, ni me habla. Soy como Patrik Swayze en el papel de Ghost. Es frustrante. Sin embargo, estas series de televisión me dan la vida cuando comienza a apagarse mi luz. Porque mi vida es como una lámpara a la que hay que ir cambiándole las bombillas fundidas, y a veces me ocurre que no encuentro el recambio o no me decido por la intensidad de la bombilla. Entonces, enciendo la TV, pongo el DVD y me ilumino con otras luces. Y una de estas luces es Friends. Y me da igual lo que opinen los intelectualoides, que seguro bajarían mi nivel de intelectualidad si se enteraran de que la Vaca-poeta ve estas gilipolleces. Pues se equivocan porque no sólo veo estas gilipolleces, sino que También-Veo-Estas-Gilipolleces, entre otras obras maestras del canon intelectual. Porque seamos serios, ¿acaso los intelectuales no van de stalinistas cuando alguien se sale un poco de su patrón cultural? Todo por la causa intelectual y si no, a la cárcel o al paredón. Pues a mí, de vez en cuando me gusta salirme del patrón y ver Friends, Sex in the city, Mujeres desesperadas, Perdidos, Abuela de Verano, Frijolito, y volvería a ver Verano azul.
Pero, ojo, que ver teleseries no tiene la misma repercusión social que ver la actual telebasura. Los montajes masivos que se han creado en los últimos años no han servido sino para manipular la conciencia de los jóvenes. Son programas nocivos que no instruyen sino que construyen un pensamiento social anulando las capacidades del individuo como ser individual y destruyen la lucha de muchos profesionales por ganarse un lugar en su medio laboral. Gran Hermano pudo haber sido un buen experimento social, pero se convirtió en una chapuza vulgar con gente que no merece los privilegios posteriores. Algunos acaban presentando programas o sirviendo de imagen popular. No me extrañaría que pusieran sus nombres a una calle. Pienso lo mismo de Operación Triunfo, pese a que haya algún buen potencial de voces encasilladas en el marketing de la fábrica. Y no hace falta que hable del fenómeno Bisbal que, por cierto, aparece en el último libro de Michel Houellebecq, La posibilidad de una isla, y constituye la máxima expresión de la manipulación de las capacidades musicales de los adolescentes.
Mis teleseries sólo me hacen sentir de mejor humor, por eso, ahora me preparo para el maratón Friends, que me he quedado en cuando Joey y Rachel se lían.
No hay nada como sentirme un Dios espectador en bata y zapatillas.

viernes, noviembre 04, 2005

Dr. Erizo de mar chino


Y seguro que a partir de ahora me llamarán Vaca-cactus y no sin razón, porque entre que ya estoy tan verde como un higo chumbo (o chungo) de tanta ingestión de hierbas y que todo mi cuerpo de vaca chunga (o chumba) está siendo agujereado por el Dr. Erizo de mar chino, mi aspecto deja mucho que desear. Todo tiene su gracia y su complicación, sobre todo cuando me tumbo en la camilla y veo que mi cuerpo está cubierto de unos pelos de metal de quita y pon.
Últimamente mi vida consiste en ir de camilla en camilla (soy una viciosilla, no sexual sino hipocondriaca). Tengo la desvergüenza de meterme en todas las camillas de las clínicas de Madrid. De la Rúber a la Zarzuela, de la Nueva Estética a la consulta del Dr. Erizo, o a la del Escultor de corales, o a la de la Dra. Delfina. Y es que me va el sado-maso. Uno utiliza la tortura psicológica diciéndome que me va a meter en un quirófano y me va a cortar en trocitos, otro me quiere arrancar los dientes, otro me clava agujas y me hace incisiones en la oreja con un bisturí y otra me inyecta un líquido diurético y me paso el día pípípípí. Y todos me están dejando el bolsillo sin aliento.
Pues resulta que la acupuntura es el más efectivo y eficaz de todos los tratamientos. No sólo ha evitado que los caníbales de la cirujía me extirpen la vesícula y se la den a sus perros, sino que me ha eliminado el estrés y otras cosas que una vaca coqueta no puede contar. Y además, adelgaza a las vacas obesas, no a mí que soy una vaca estándar. Ya me lo dijo la hija de Dr. Erizo, que parece un nenúfar de mar, cuando le sugerí que ya que estábamos podría quitarme unos quilitos de mi trasero habanero: "No, lo siento, el hueso no lo quitamos". Pues muchas gracias por llamarme vaca flaca, Nenúfar de mar, pero el culo pollo me lo quedo yo - pensé. Esto le hizo mucha gracia a mi amigo pez Fugu porque a él le gustan mucho las curvas de las vacas. Si en vez de haberse dedicado a la fotografía le hubiera dado por el diseño de ropa, otro gallo habría cantado en el amanecer de la moda. Entre él y Dove habrían erradicado la anorexia y yo habría sido una vaca- modelo que habría comido muchos Donuts de chocolate. Pero por el momento, me conformo con ser una vaca de andar por casa que forma cráteres en el sofá y no para de ver películas de orientales que se parecen al Dr. Erizo y su hija Nenúfar de mar. Y es que algo de vaca china sí que tengo.
Pero no todo son pinchazos en la consulta del Dr. Erizo. Hay mucha belleza en sus manos de acupuntor. Su tiempo libre (que lo tendrá a buen recaudo en una caja de seguridad porque trabaja todos los días del año) se lo dedica a la caligrafía y a la pintura china. Mi amigo pez Fugu quiere conocer al Dr. Erizo porque a él también le apasiona la caligrafía y seguro que hacen buenas migas (no manchegas sino chinas). Y creo que anda por ahí buscando una dolencia que ponerse para hacerle una visita y dejar que las agujas propicien su amistad. Creo que a él también le va el sado-maso. Dios nos crea y nosotros nos juntamos.

martes, noviembre 01, 2005

Vacas Santas


Hoy es el día de todas las vacas santas. Día triste también para los que tienen miedo a morir porque cada una de las velas que encendemos a nuestros queridos difuntos nos resta una vela para ser los protagonistas de este día. ¿Quién me pondrá velas cuando me muera? Como siga por el camino de la vaca que no procrea sólo me queda la eternidad anónima o el olvido.
Hoy nos acordamos de nuestros muertos no de la misma manera que los pobres granainos del pueblo de Jun se estarán acordando de todos los muertos de sus insolentes ocupas. Porque desde que a la ingeniosa Ministra Doña Trujillo se le ocurriera la rocambolesca idea de viviendas pá toos, hay quien interpreta que las casas son como la silla de Sevilla y si no está vacía, patá en el culo y pá la calle. Pues que no es así la cosa, señores ocupas, que la ministra no quería decir que ya se podía ir uno con el trabuco a cazar residencia (póngase la voz del difunto Jesús Gil), que el artículo 47 se refiere al derecho de todos los españoles a tener una vivienda digna, pero de ahí a que se contrate a unos mafiosos pagando 3000 euritos para conseguirla, hay un buen matiz de dignidad. Y además, puestos a elegir vivienda, ya se les podría haber ocurrido irse a alguno de los Palacios de la Duquesa de Alba o a Miravent, que permanecerá cerrado hasta el próximo verano. Pero no, porque todo empezó con unos rumanos que echaron a los susodichos ocupas y éstos decidieron hacer lo mismo, porque como parece que se puede... Y es que en este juego de la oca y ocupo porque me toca, las casillas son siempre las mismas casillas humildes.
Y mientras tanto, una ocupa más en la familia con el nombre de la Watling. Menos mal que aún no le han expropiado la página web, porque en este país aún impera la ley de "me gusta, pues me lo quedo" y si no, que se lo digan a mi amiga la Xoupa (calamar de La Ría) a la que quieren expropiar un trozo de su finca de Meigas indianas para hacer un paseo marítimo. Manda ovos!
Pero, en fin, hoy es un día de vacas santas y no me voy a poner triste y cabreada, que soy una vaca y las vacas no se cabrean, en todo caso se vaquean y yo no tengo ni ganas ni tiempo, que tengo que encender muchas velas a mis ancestros.