viernes, marzo 09, 2007

Mamá Vaca


Mamá vaca no deja de sorprenderme. A veces pienso que si Almodóvar la hubiera descubierto, se habría llevado más Óscars. Siempre me ha impresionado su gran sentido del humor. La vida junto a ella es pura diversión. Papá toro es el andaluz, pero la gracia la tiene ella, la castiza, la que fue portada del ABC porque era la chulapa más guapa de la Verbena de la Paloma. Ya de pequeña montaba sus saraos en el colegio de monjas. Antes de empezar las clases le daba por subirse a la mesa de la profesora a bailar claqué. Le hacían corrillos mientras ella abollaba la mesa con sus chinchetas.
Para que os hagáis una idea, un día me despiertan por la mañana unas risas estrepitosas que provienen del salón. Me levanto somnolienta y veo a mi mamá vaca partiéndose de risa en el sofá, sola, completamente sola. El ataque de risa se agudizó y me contagió. Pasamos cerca de quince minutos riéndonos de sus motivos, anónimos, pero sus motivos. Cuando por fin dejamos de reírnos, se me ocurre preguntarle la razón de su imparable risa y me responde que no se ríe de nada, que son sus nuevos ejercicios abdominales. ¿Ejercicios abdominales? le pregunto extrañada. Ay, hija, que no estás puesta, un médico ha dicho que reírse es muy saludable y que hay terapias de la risa, así es que ella lo hace en casa, no va a pagar para reírse. Ala, hija, mañana nos reiremos un poquito más que tengo que irme a la cocina a preparar la masa de las croquetas.
Todo esto viene a cuento porque hoy mi madre ha vuelto a hacer de las suyas. Tendría que abrir un nuevo blog para hablar de mamá vaca y sus excentricidades. Pues resulta que hace algunos días que la están llamando por teléfono de una compañía de seguros para hacerle un seguro de muerte. Mamá vaca no soporta esa palabra y cambia siempre de tema en cuanto se la menciona alguien. Como no se atreve a decirle que no, porque la chica que la ha llamado es muy maja, le ha pedido que la llame al día siguiente porque lo tenía que consultar con su marido. El pobre papá toro, que le sigue siempre el rollo a mamá vaca, esta vez le ha dicho que él no se iba a morir, al menos no lo tiene previsto hasta dentro de 20 años, pero como la chica es tan maja, mi madre no se atreve a decirle que no y se pone a contarle su vida. La señorita de la compañía de seguros comienza a reírse sin parar durante diez minutos, hasta que mi madre se da cuenta de que está hablando con una mujer trabajadora y le pide que la llame al día siguiente, que ya convencerá al cabezota de su marido. La señorita se despide a carcajadas y le dice que no se preocupe, que si no quiere hacerse el seguro que no importa, pero le pide que la permita llamarla de vez en cuando porque se parte de la risa con ella y le hace más fácil el trabajo. Ya todos en la oficina quieren conocerla. Creo que voy a pensar en la posibilidad de alquilar a mi madre por horas, seguro que da para más que la poesía.