lunes, octubre 24, 2005

Una vaca de andar por casa


No sé si había bueyes miopes o astigmáticos cuando decidí convertirme en una vaca. De haber sabido que existían habría preferido ser miope y verlo todo borroso, como con efecto antiguo, melancólico y desenfocado, o si no, ser astigmática y verlo todo doble, como la luna de Corto Maltés. Lo cierto es que me cansé de ser humana y creé este blog para ser una vaca. Y así ando pastando de acá para allá en este prado internaútico, viendo la vida a través del ojo de buey de mi bola-submarina. ¡Qué irónico! yo que soy una vaca femenina, lo veo todo a través del ojo de un buey. Tiene coña la cosa... Sí, pues soy una vaca, no una vaca lechera ni una vaca cualquiera, ni la novia-vaca de Buster Keaton, ni tampoco soy la madre-vaca de Girondo. Soy una vaca de andar por casa, una vaca sumergida en un océano donde pasan muchas cosas. Y seguiré siendo una vaca hasta que me devore un argentino de Calafate. Pero hasta llegar a Calafate tengo mucho mar por delante. Me salió un pareado. Es que también soy una vaca-poeta y una vaca-más cosas. Lo bueno de metamorfosearme en una vaca es que no tengo desperdicio.