miércoles, enero 31, 2007

sílvia comes

Mi querida amiga Sílvia Comes por fin ha editado su nuevo disco. La presentación fue en Luz de Gas en Barcelona.
El viaje fue un revival de dos amigas que hacía mucho tiempo que no compartían un vuelo (la vaca que escribe y pez Musa). Pez Musa y yo nos embarcamos en un fin de semana inusual.
Nada más aterrizar comenzó el caos de la cuenta atrás. Discutimos con un taxista fumador que encendió su cigarrillo. No quisimos ir con él. Los demás taxistas se unieron al complot. Por fin un taxista despistado nos llevó dándonos la razón. Fuimos a casa de mi amigo Pez Yogui (era donde me alojaría) y mi sorpresa fue que me abrió la puerta un perro. Sí, fue así, porque era tan grande que no logré verque su dueño estaba detrás. Luego me enteré de que es el perro más bueno del mundo. Nada que hacer; me muero de miedo. Entré en la habitación de mi amigo y había un gato por la casa. ¡¡¡Horror!!! soy alégica a los gatos. El amigo de mi amigo Pez Yogui fue muy amable en bajarme la maleta de nuevo. Mi amiga Pez Musa seguía esperándome. Quería cerciorarse de que todo iba bien. Nos fuimos juntas a su hotel (Hotel Pulitzer) y me enamoré del Hotel (véase la explicación en su web de por qué no fuimos capaces de salir del Hotel en 60 horas), hice una reserva, subí a mi habitación, hablé por teléfono con Pez Figurín (no podemos estar más de un día sin hablar), me arreglé y me fui corriendo con Pez Musa, que ya estaba con Pez Nani y Pez Luis en el Hall. Todos histéricos y con la hora pegada al culo.
Ala, la tropa a Luz de gas.
La sala estaba pletórica y las amigas de Madrid teníamos un sitio maravilloso reservado para aplaudir como locas a nuestra Silvi. Pez Mayte nos estaba esperando tan guapa y estupenda como siempre. Brindamos con cava antes de que Silvia hiciera que todos nos pusiéramos de pie cuando salió al escenario. El concierto fue espectacular. Sílvia se entregó por completo (en un aquí estoy yo y lo vais a notar). De vez en cuando el estupendísimo bajista (de cuyo nombre no quiero acordarme porque me dan los siete males sólo de acordarme) hizo que de vez en cuando se me fueran los ojos. Qué le voy a hacer. Pez Musa sabía que no me podía resistir al embobamiento. Siempre me pasa, ya lo tienen asumido, después del concierto se me pasa.
Silvi cantó con emoción, se lo debía, nos lo debía. Y yo tuve un momento de emoción lacrimógena cuando mencionó mi nombre y el hecho de musicarme un poema. Ay, mi Silvi. Nunca estaré lo suficientemente agradecida a aquella noche en que nos conocimos en el teatro María Guerrero. Desde entonces estamos ahí, aquí, allá y donde haga falta.
El fin de semana pasó, pero queda algo más que el concierto de Sílvia; quedan dos días de amistad, unas comidas, cuyos tenedores no caben en la guía Michelín (Tragaluz y el Agua), y el apoyo y agradecimiento por haberme hecho compartir 60 horas con mi adorada Pez Musa, Pez Silvi, Pez Mayte, Pez Nani, Pez Luis y Pez Pep. Gracias Silvina y mucha de esa (KK) que trae suerte a las artistas.