martes, abril 01, 2008

Deslumbramientos



Hoy me he levantado con el sol deslumbrando mi último sueño de la mañana. Buena ocasión para contar lo que les pasó el otro día a Mamá Vaca y a Papá Toro en su viaje a Málaga. Me he preparado mi café con leche de soja y me he sentado a contaros la historia, pero de repente me ha deslumbrado otra luz, la del nuevo jardinero que camina despacio por el jardín lanzando semillas con una mano. Qué imagen. Hemos cambiado al jardinero rumano por otro polaco tipo Darek y lo tengo a 3 metros de distancia, a la misma altura, con un mono verde y un cabello de sol. Ahora que me encuentro de lo más neoclásica lo veo caminar como a un Adonis bajo el sauce llorón que me pone perdida la terraza. En fin, espero que no me distraiga demasiado. Aunque sé que dentro de un rato abrirá la verja y entrará a podar mi arbusto (esto no es metáfora).
Pues resulta que si no fuera por Mamá Vaca, Papá Toro iría en bicicleta porque ya no tendría carnet de conducir. Como siempre que van a su casa de Málaga, cargan el coche como si fueran a Argelia y al final Mamá Vaca tiene que pasarse todo el viaje con equipaje debajo de sus piernas hasta que no puede más y comienza a protestar sin parar. Entonces Papá Toro se las tiene que ingeniar para recomponer el puzzle de la carga. Y así ocurrió que Papá Toro decidió parar el coche en una gasolinera para liberar a Mamá Vaca de su incomodidad o quizás para liberarse a sí mismo de la tortura de escucharla.
Al final lo consiguieron, pero justo cuando acababan de reiniciar el viaje, les para la guardia civil:
- ¿Es que usted no se ha dado cuenta de lo que ha hecho? - le dice el guardia con saludo en ceja a Papá Toro.
- ¿Qué he hecho? - responde el pobre muerto de miedo.
- Se ha incorporado peligrosamente a la carretera. Podría haber provocado un accidente. Le debería retirar el carnet por imprudencia temeraria.

Papá Toro enmudeció, miró a Mamá Vaca y ella en seguida reaccionó:

- Mira que te lo he dicho, que tengas cuidado al salir, que el sol éste es muy traicionero y te va a deslumbrar, pero como nunca me haces caso. Si ya te lo he dicho yo. Mira lo que dice el guardia, podríamos habernos matado. Ay, qué soponcio me está dando. Hemos tenido la muerte en los talones y todo por no hacerme caso. Y yo, con la tensión tan alta... ay, que me ha subido la tensión. La próxima vez nos vamos en el Ave - comienza a interpretar Mamá Vaca. - Regáñele, Señor guardia, para que me haga caso cuando le digo las cosas. Este sol es tan traicionero que deslumbra.
- Vale, está bien. ¿Dónde van con tanto equipaje? Enséñeme la documentación.
Papá Toro abre nervioso el portadocumentos mientras Mamá Vaca le explica que van a su casa de Málaga, que hace ya tres meses que no van y tiene que estar llena de polvo, bla, bla, bla.
- Está bien, está bien, deje lo de la documentación y sigan, pero con mucho cuidado que hay muchas muertes en carretera - les dice ya saturado por el monólogo de Mamá Vaca, pensando que ya era una buena multa para el conductor imprudente aguantarla.

Entonces los guardias paran el tráfico para que Papá salga mudo y lento de la carretera y continúen su viaje.

Me contaba esto Mamá Vaca por teléfono partiéndose de risa recordando la cara de Papá Toro, que ahora se le ha llenado la cabeza de ojos cuando conduce. "¿Qué haría tu padre sin mí? Ya estaría en la cárcel por temerario. Si es que tengo unas salidas... debería haber sido actriz. Oye, siempre cuela" - me decía.


El jardinero ha desaparecido, quizás le haya llamado la vecina de al lado para que le arregle las petunias. Qué espabilada.