martes, abril 11, 2006

La vaca de la libertad



Pues sí que hace tiempo que no escribo me he dicho hoy al entrar en mi blog. Claro que para una vaca que ni pasta ni duerme, ni mata moscas con la cola de aburrimiento es difícil dedicarse a contar lo que ha de ser contado.
Para empezar, me ha llevado tiempo asimilar aquella tarde en que Eliseo Subiela, Musa Marina y yo tomábamos el té en el Café de Oriente. Ha sido difícil porque si muchas esperan su príncipe azul, aun sabiendo que no existe, yo esperaba encontrarme de cara con Subiela para decirle que yo soy la que vuela. Y como Subiela sí existe, ecco. Le prometí que iría a ver su nueva película Lifting de corazón, pero aún no he podido ir. ¿Es posible que aún no haya encontrado ni un minutito para ir al cine? La culpa la tiene Pez Fiorilli, por ser argentino, poeta y subielano. Y no hay nada como ir con la emoción compartida.
Recién llegué de las jornadas de poesía última en la Fundación Alberti en El Puerto de Santa María. Podría contar muchas cosas de lo que ocurrió allí, pero me llevaría más tiempo del que dispongo. Comienzo por el brain storming y a ver qué sale: amigos, poetas, barbadillo, Romerijo, marisco, cazón, sueño, risas, surrealismo; dos ancianas pasean a sus perros por la playa en un cochecito de niño, a Pez Albor un desconocido le rebela los secretos para que no se le corte el pis y le sisea durante la micción, a mí me toca hacerlo a dúo con una desconocida en un baño con dos sanitarios juntos. Nunca antes había sido tan íntima con una anónima; A Pez Albor le persigue un guarda de seguridad por toda la discoteca, le ha dicho en su cara que tiene pinta de violento (algo skin head sí parece) pero es una delicia hablar con él y un desternillamiento. Mientras, yo bailo embriagada porque en el toilette hay una fila interminable. Pez Ávila me invita a una micción en el toilette masculino. Entramos pero en el baño también hay un guarda de seguridad. Me cuelo en la fila de chicas, no sé como y vuelvo al dúo anónimo. Me disfrazo de charlestón con un papel muy definido de diva del cine y acabo por saltármelo e interpretar a la amante tonta y pendón del director de rodaje. Es la noche de las veladas poéticas y todos los poetas van subiendo en procesión al escenario. Yo aprovecho para mejorar más mi papel de pendón y acabo siendo besada por los dandies de la poesía. Me veía a mí misma (algo paradógico) como el cristo de Medinacelli el primer domingo de mayo. Nos saltamos el último día de ponencias y nos vamos a la playa en busca de la arboleda perdida. No podía ser más feliz. A pez Puma le timan el dinero del botellón delante de sus narices con la maestría del timo de la estampita. Nunca nos haremos mayores. Pez Ale y yo nos hacemos amigas de campamento y nos pasamos una noche loca de adolescentes. Pez Escarpa y yo nos quitamos las máscaras y desde entonces ya nos abrazamos de verdad. En realidad ha sido el viaje de los abrazos y los cariños. Algo pastelones sí que parecíamos, pero era de verdad y eso es lo que cuenta.
Regreso a Madrid y me ocurre algo en el avión que no puedo contar aquí pero me trastoca, me perturba, me emociona. Llevaba tres días sin dormir y parecía un sueño. Llego a casa, el pie me duele, me voy a la cama, me despierto por la mañana y el pié me sigue doliendo. Voy al servicio médico de Aviación y me dan la baja por una ampolla en el dedo meñique del pié. ¿Hay algo más surrealista?
Y ahora a esperar otro año para llegar de nuevo a buen Puerto. Y es que no hay nada como ser una vaca de la libertad.