viernes, marzo 17, 2006

La vaca ya hace deporte


Ser una vaca que vuela tiene sus pros y sus contras y uno de los contras que le veo es que me pasan tantas cosas que luego me cuesta seleccionar entre las que puedo contar según mi propia censura, las que debo contar según mi ética de la vida y las que no me resisto a callar, según el impacto que me han producido. Pues bien, a estas últimas la mayoría de las veces les tengo que aplicar un poco de censura porque si no, se me desmadra la historia. Últimamente me ha dado por experimentar reacciones en el ser humano. Me encanta romper esquemas. Todos me conocen como la vaca poeta o poetisa y eso implica cierto rasgo de cursilería y fragilidad. He aquí donde está la clave de mi experimento. En el entorno militar y masculino (pocas veces) en el que me muevo no es difícil dejar boquiabiertos a los que aún me miran como una ternerita que parece que nunca ha roto un plato. Cuando me preguntan por lo que estoy escribiendo ahora y les respondo con toda la naturalidad que me permito que estoy escribiendo una novela porno primero se piensan que les tomo el pelo y después intentan cerciorarse de que lo que han escuchado es cierto. Después les digo que bueno, que en realidad es una novela erótica nada soez, no se vayan a pensar. Entonces, parece que dan un suspiro y se quedan más tranquilos. Pero después se animan y se pasan todo el vuelo diciéndome que serán los primeros en leerla. Vaya, qué éxito tiene ya a priori mi novela erótica. Ya les veo pidiendo salvajemente a la virgen que les conceda el milagro de volar con la vaca erótico-voladora. Y es que mi poesía, nunca a suscitado tanto interés. ¡Qué le vamos a hacer!
Pero no todo es interés morboso, también hay buenas sobremesas, divertidas y con un sentido del humor adulto. Y también serenatas através de la pared que separa nuestras habitaciones. A Pez Gus le ha dado por tocar la armónica y no para de practicar el cumpleaños feliz y el himno a la alegría. Menos mal que la guitarra eléctrica no le cabe en la maleta. Espero que no le dé por la batería. Pero esta vez es diferente, creo que lo suyo es la armónica. Y para compensar el dolor de cabeza que piensa que me produce, se pasa el día entero regalándome pajaritas que yo uso como separadores de hojas de libro. No me digáis que no es tierno.
Otras de las novedades en mi vida, y quizás la más significativa, es que por fin me ha dado por el ejercicio físico. La operación bikini es un buen argumento. Ayer por primera vez en mucho tiempo volví al gimnasio. Soy una vaca que hace deporte, me dije tan contenta y duré veinte minutos, casi me muero de asfixia. Pero es que Valencia está llena de humo (debe de ser por eso), no se puede respirar entre tantos petardos. Estoy de acuerdo en que se tienen que manterner las tradiciones, y nuestros Reyes ya se ocupan de ello, alabando el espíritu patriota de los valecianos, no vaya a ser que a ellos también se les ocurra un estatut y se coman otro trozo de pastel, pero de ahí a gastar tantos millones en cartón para quemar, es too much (aquí es donde me sale la vaca ética) ¿no podrían reducir la escala de los muñecos y donar el resto a una ONG? Me voy a callar, que si no empalmo con la tomatada, la naranjada y otros desperdicios alimenticios. En fin, que me voy, que tengo que estrenar mis zapatillas de correr, que soy una vaca que hace deporte y tengo que liberar las feromonas que me produce escribir una novela erótica.

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