miércoles, abril 19, 2006

Una vaca metaliteraria


Nunca me había imaginado que algún día llegaría a vivir algo parecido a lo que vivió la neoyorquina Helen Hanff en su aventura epistolar con aquel enternecedor librero del 84 de Charing Cross Road. Yo, una vaca escritora, principalmente poeta, conozco a un americano, no librero pero sí apasionado por la lectura y la escritura, através de un blog proporcionado por una amiga y desde entonces no paramos de hablar y escribirnos. Lo único que sé de su físico es que no es calvo, si no nos engaña la foto que aparece en su blog, que me recuerda a aquel hombre romántico del cuadro de Caspar David Friedrich o quizás también me sugiera al hombre mirando al sudeste de Eliseo Subiela. ¿Pero hacia dónde mira Eric? Quizás estuviéramos mirando en la misma dirección o quizás nuestras miradas estuvieran enfrentadas, o quizás, parafraseando los versos de un poeta que ahora no recuerdo "yo no le esté mirando, yo sólo le esté viendo mirar".
En fin, que ambos somos tan metaliterarios y tan lingüísticos, que no hemos podido resistirnos a la tentación de ir de la estructura profunda a la estructura superficial, del significado al significante, de la idea a la materia, del verbo a la imagen, del contenido al continente, del alma al cuerpo, del después al antes en un flashback comunicativo que no agota mis ganas de conocerle conociéndole.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya sabes, para que tú me oigas mis palabras se adelgazan a veces como las huellas de las gaviotas en las playas.

Como Massimo, llevo prestado las palabras y metáforas de Pablo para Beatriz.