Del verso a la imagen y de la imagen a la palabra. La simbiosis del gesto y la voz.
Hay un paralelismo agudo entre ver y decir, aunque a veces cueste tanto lo uno como lo otro. Sin embargo, yo, que tengo el placer de tener a Miguel Ángel Barroso como amigo del arte de la palabra, he visto el gesto que trasciende a lo escrito. Él es capaz de adaptar al ojo a un modo de percibir poético. Él también es capaz de servirle de lazarillo al ojo ciego describiéndole lo que está más allá de la conciencia. No me cabe la menor duda de que entre Antonioni y el espectador siempre quedará Miguel Ángel Barroso.
lunes, julio 03, 2006
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