lunes, abril 09, 2007
Gaviota y los gladiadores
Gaviota acaba de coger el avión para Berlín y en el cielo hay lágrimas de lluvia. Hemos pasado la semana santa como manda la tradición: tumbadas en el sofá con Papá Toro y Mamá vaca viendo películas biblicas como las cuentas de un rosario televisivo. En Málaga hacía frío y las mantitas nos daban la intimidad de la familia. Nos hemos comido todos los pescaítos de la Costa del Sol, que era la costa del frío y del viento. Y a Mamá vaca le ha dado por el marisco, no ha parado de cocinar gambas a la plancha y langostinos, almejas, conchas finas, coquinas, y un largo etcétera. Y las cenas en Casa Juan en La Carihuela, el Filemón y La Carihuela chica. Se nos puso cara de fritanga y nos la llevamos al avión.
Ayer regresamos a la gran urbe, en un vuelo corto y entretenido. Gaviota y yo nos sentamos en asientos separados, pero fue un vuelo muy gratificante; a mi lado estaban sentados dos peces encantadores que se interesaron por mi escritura china, uno era pez Gallo y el otro Pez Cumplido. Ambos me hicieron el vuelo más agradable. Pez Cumplido me quitó unos cuantos años de encima y me ofreció su lado más sensible al diferenciar a los poetas de los políticos y pez Gallo nos recordó una frase de Ortega y Gasset que decía que el mundo debería estar en manos de los hombres de letras y de los intelectuales. Ay, Dios mío, pensé yo, qué sería de nosotros si así fuera. Pero lo mejor de todo fue su carisma, su sencillez y su sentido del humor irónico. Es fantástico descubrir estas cualidades en alguien a quien imaginas más hermético y un poco aburrido de dar la cara en su profesión, con el rictus algo cansado de hablar de lo mismo (eso pensé al conocer a Pez Ámbar; el rey del carisma) y de que todos le pregunten si ya ha encontrado el tesoro. Cuando era pequeña imaginaba que los hombres de traje y corbata no bailaban. Qué estupidez, pienso ahora, pero lo pensaba y de vez en cuando se me ocurren estas cosas tontas (sigo siendo algo naïve) y no lo puedo evitar. Será que sufro de hipermegaimagination.
Y al llegar a Madrid tuve otra agradable sorpresa y otro descubrimiento: Pez Martina, que rima con Argentina, su tierra. Nos juntamos algunos de lo peces del acuario poético: Pez Espino, Pez Fiorilli, Pez Ávila, Pez Martina, Gaviota y la Vaca Marina (yo). Al ver a Pez Martina sentí como si fuera antes. Me recordaba a una vieja amiga de la que no recuerdo el nombre y me salen chispas de forzar el motor de mi cerebro. No lo logro, pero.... estoy en ello. Sí, al verla sentí como si fuera antes y cuando me despedí de ella sentí como si aún nos quedara mucho después.
En fin....
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5 comentarios:
Quisiera ser un pez...
Yo soy un pez ...
soy capaz de mojarme por ti... pero, para ti, sólo soy un mamífero...
¿por que no ser un pulpo?
Andaba buscando algo sobre Sílvia Comes y he llegado hasta tu blog. Gracias, aquel post que publicaste me ha servido para informame un poco sobre el disco. Saludos
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