Hay milagros que cuesta creer, incluso cuando el milagro puede parecer sin sentido. Porque, ¿qué sentido tiene que la vaca que escribe considere un milagro que el ritmo se le haya metido en el cuerpo y ya no salga de él? Pues mucho, porque la vaca que escribe siempre se ha quejado de ser amusical, de no tener ni la más mínima noción del sonido, ni del ritmo, ni de la armonía. Y ayer, de la mano de mi amigo Pez Miguelong, que tiene una ONG llena de niños y apoya todas las manifestaciones artísticas en su Local 15, se produjo el milagro de la percusión.
Sinho, uno de los percusionitas del grupo Lactomía de Candeal, me metió el ritmo en el cuerpo con su tántantantán-tantantántan-tantántan, y ahora no sé qué hacer para sacármelo. Él se reía anoche, de camino a su casa, porque Pez Miguelong y yo no parábamos de percutir sobre el salpicadero del coche. Esta mañana me he levantado, he cogido mis palillos para sushi y me he puesto a percutir como una posesa sobre la encimera de la cocina, sobre mi piano, sobre la cama, sobre el sofá. No puedo parar, he vaciado 3 latas de conservas y me he puesto a azotarlas con mis palitos, con el deseo de exorcizar a Sinho, que se me ha metido en el cuerpo (es metáfora). Estoy enloquecida. Como siga así, no va a ver un dios que me saque de la vera de Carlinhos Brown en su próxima concentración. Para entonces ya habré hecho muchos adelantos (si no me ataca la volubilidad que me caracteriza).
Y es que desde hace un par de meses todo me apunta a la música. Primero aparece Pez Eric y me graba un millón de cds para ponerme al día. Después, mi profe Pez Piano y yo sacamos una melodía imaginada por mí y yo me emociono y me creo, además, compositora. Después hago un hechizo a Pez Música para que este verano me de clases de estilo musical. Hace dos días invito a Pez Auri a casa a comer y me regala un cd con un archivo de 8 millones de canciones acotadas por un texto que la implica con sus grupos de música favoritos. ¡Un regalo inestimable por mí, Auri! Y ahora, Pez Miguelong me presenta nada menos que a un percusionista de Carlinhos Brown. ¿No creéis que son demasiadas señales? Ya me veo en Bahía, a ritmo de Samba, insistiéndole al tambor de colón de 20 kilos.
Os dejo, que tengo que repercutir.
Tán-tantan-tán-tantantán-tan-tántan-tan
viernes, julio 21, 2006
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1 comentario:
Repercutamos, Bea, mutuamente y hasta la eternidad, con
Amor
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