Ahora resulta que ser poeta va a ser incluso beneficioso para la vida cotidiana. Muchos recordaremos cómo Oliverio vendía poemas de amor para ganarse algún bife de chorizo en El lado oscuro del corazón de Subiela. Seguramente alguna vez nos hayan dejado un papelillo en la mesa junto a nuestra caña bien tirada con un poema de amor a cuenta de nuestra buena voluntad. Pero lo que pocos pueden contar es lo que me ha ocurrido a mí.
Mi casa siempre ha estado en obras, entre unas cosas y otras he vivido en continua construcción (también en el sentido metafórico) y mi relación con los artistas de última generación no ha sido siempre muy fluida, me ha pasado de todo con ellos y pocas cosas buenas. Sin embargo... no se puede generalizar. A veces ocurren los milagros y todo va sobre rodillo.
Un buen día aparece mi nuevo jefe de obra, un hombre con pinta de dedicarse a otra cosa. Entra, me saluda muy educadamente y se queda ensimismado mirando mi librería. Le acompañan dos trabajadores rumanos algo tímidos que enseguida se ponen a trabajar. Mi nuevo fichaje comienza a hacer elogios de mi librería y descubre que en uno de los libros está mi cara.
– Mi primer libro - le digo algo sonrojada.
– ¡Anda! ¿es usted escritora? Yo también escribo - me dice con una sonrisa de banana perfecta.
– ¡Anda, qué curioso! – respondo por responder.
– Sí, escribo las letras de mis canciones y también novela.
– Pues sí que es curioso sí.
La conversación se alarga, los albañiles a lo suyo y llega la hora de comer. Le invito a acompañarme al jardín y almorzar conmigo. Él accede y allí nos quedamos hasta que los albañiles acaban y comienzan a recoger.
1 comentario:
Es interesante lo que expresa la poeta Beatriz Russo, sorprendiéndonos con su permanente ingenio y creatividad.
Es un buen aporte de este blog a partir de la comunicación de sus inquietudes y búsquedas.¡Gracias! (Martín Alvarenga)
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