viernes, julio 04, 2008

Los Fans de Mamá Vaca


Hace tiempo que quiero contar la última aventura de Mamá Vaca, sobre todo pensando en Nán, que de vez en cuando me manda señales para que siga escribiéndolas. Ésta la tenía pendiente desde hace un mes (vaya mesecito llevo). Así es que va por ti de nuevo, querido Nán.

Pues resulta que a Mamá Vaca le ha llegado tarde su oportunidad de poder concursar en OT y se ha encontrado con que, sin proponérselo, se ha hecho con un pequeño grupo de Fans que la siguen. La cocina de su casa de Málaga da a un patio de vecinos. Cada mañana Mamá Vaca se levanta cantando. Ella canta todo el rato y a Papá Toro le duele ya la cabeza de tanto concierto particular.
- Pero, ¿es que no puedes cambiar el repertorio? Estoy de la Pantoja hasta el gorro -- le dice desesperado mientras sale de casa a comprar el pan.

- Hijo, qué soso eres, si estamos en la tierra de la Pantoja, no me voy a poner a cantar jotas.


Mamá Vaca sigue a lo suyo mientras ordena la cocina, cantando sin parar, con ese énfasis que le pone ella cuando está sola.
De pronto oye un coro que viene del patio, se asoma y ve que en el piso de enfrente hay unos obreros trabajando en una reforma cantando la misma canción que ella. Entonces Mamá Vaca cambia de canción para ver si ha sido coincidencia y escucha que los obreros también hacen lo mismo y comienzan a seguirla. Mamá Vaca, se vuelve a asomar y se encuentra a los obreros mirando hacia ella y cantando. Ella, que ya se encuentra en el papel, vuelve a cambiar la canción y se pone a cantar hacia el patio "Marinero de luna, lalalalala...." y ellos la siguen animadísimos.

De pronto llega Papá Toro y se encuentra la escena folklórica.

- Pero bueno, ya lo que me faltaba, ahora sí que estoy apañado - dice mientras se asoma al patio y ve que poco a poco van apareciendo cabezas asomándose a la ventana y en unos minutos se comienza a oír un coro de vecinos acompañando a Mamá Vaca y a los obreros.
Papá Toro, que es el andaluz, pero tiene menos gracia que Mamá Vaca, que es madrileña, se va a la terraza del salón a leer el periódico protestando.

Al día siguiente se levanta Mamá Vaca con la ilusión de encontrarse a sus seguidores y comienza a cantar. Los obreros estaban en la casa de enfrente y comienzan a cantar de nuevo con ella. De pronto a Mamá Vaca se le ocurre cantar un chotis, que es de su tierra, pero se encuentra con que los obreros se callan.

- Pero bueno... -- les dice -- ¿es que no conocen ustedes ningún chotis?

Todos responden que no, que ellos son andaluces y que los chotis no los conocen, que no son tan famosos.

- Pues ahora van ustedes a escuchar uno y se lo van a aprender.
Así fue cómo Mamá Vaca comienza a cantar "Yo soy Manolo el chavea, el chulapo de Madrid...." . La escena no podía ser más cómica. A los obreros no les salía el acento madrileño y Mamá Vaca estaba de lo más chulapona (ella fue portada del ABC en la Verbena de la Paloma, vestida de chulapa, por guapa). Nada que hacer, los obreros no cambiaban el acento y al final Mamá Vaca decide que es mejor seguir con el repertorio de la Pantoja y todos contentos.
La obra de la casa de enfrente acabó y Mamá Vaca se quedó triste porque ahora tiene que cantar sola con Papá Toro cascarrabias como único público. "Ay, si ella fuera más joven, otro gallo cantaría...".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es triste que vayan cayendo en desuso algunas costumbres. Cuando era chaval, durante las vacaciones, no me quedaba más remedio que ayudar a mi padre en sus tareas y por un par de meses me convertía en pastor. Después de guardar las ovejas, al anochecer, no me quedaba más remedio que volver a casa atravesando la oscura y abigarrada fronda de una dehesa, justo a esa hora en que, quien haya sido niño alguna vez, sabe que se despiertan los fantasmas. Lo hacía tan rápido como me lo permitían mis temblorosos pies, pero sin tocar la tierra para nada. Eran los ecos de las canciones de aquellos pastores que se quedaban en la majada a dormir, los que me protegían y me llevaban en volandas. Sin su compañía, jamás me hubiera atrevido a coger aquel atajo solo.

Gracias por volver.
Jotabrun.

Beatriz Russo dijo...

Qué bello microrrelato, Jotabrun.
Afortunadamente aún quedan rincones donde no se pierden esas costumbres que nos hacen sonreír melancólicamente.
Gracias a ti.

NáN dijo...

Me ha hecho pensar más en un patio de Madrid que en uno de Andalucía, fíjate. Aunque la compañía no se supiera el chotis.

La escena es de película, de la buenas películas de Bardem y Berlanga (y tantos otros). Mamá Vaca siempre transmite la sensación de que somos humanos, o de que todavía quedan algunos.

Muchísimas gracias por traerla de nuevo (aunque entiendo perfectamente a Papá Toro queriendo leer el periódico en silencio, no con todo el patio cantando a la Pantoja). Y por dedicarme la historia.

La historia de Jotabrun me ha resultado emocionante.